Desmemoria histórica (II)

Las víctimas republicanas españolas de los campos de exterminación nazi han sido homenajeadas, en particular los 7.000 recluidos en Mauthausen, de los que más de 5.000 murieron allí de agotamiento y hambre, pero poco se ha hecho por recordar a las víctimas españolas de la represión estalinista, uno de los capítulos más tristes y menos conocidos de la historia española del siglo XX.

Sobre la tragedia española en Mauthausen se ha escrito bastante (están conmemorados con una placa), se ha emitido algún documental y se conocen las fotos de Francisco Boix (internado allí), pero el drama de los españoles en la Unión Soviética después de la Guerra Civil ha permanecido mucho más en la oscuridad. Bienvenido sea por ello otro librito de Luiza Iordache, “Francisco Ramos Molins: La inquebrantable voluntad de ser socialista” (Fundació Rafael Campalans, Barcelona), dedicado a alguien que figura en su ultimo libro, “Republicanos españoles en el Gulag (1939-56)”, publicado por el Institut de Ciències Polítiques i Socials de Barcelona, que yo comenté en marzo de 2010 (http://www.elimparci…).

Según la tesis doctoral de Iordache, “El exilio español en la URSS: represión y Gulag. Entre el acoso comunista, el glacis estalinista y el caparazón franquista” (de 682 páginas), toda una Biblia sobre esta tragedia que merece ser publicada, hubo 309 republicanos en el Gulag (pilotos, marinos, exiliados políticos, niños de la guerra y maestros de éstos) en calidad de internados, presos políticos y delincuentes comunes. Los delincuentes comunes, especialmente niños de la guerra que lucharon por sobrevivir, sufrieron el Gulag al igual que los demás contingentes, malviviendo en las misma condiciones.

A esta cifra de 309 personas, debemos añadir 36 republicanos presos en Berlín y otros dos que llegaron de los lagers nazis al Gulag. Es posible, aunque no se sabe con certeza, que algunas de las personas trasladadas desde Berlín, estuvieron en el campo de concentración nazi Sachsenhausen que mencioné la semana pasada. Fueron “liberados” por las tropas soviéticas en 1945 e internados en diversos campos de concentración de la URSS.

El exilio español a finales del año 1939 en la URSS quedó configurado por unos 2.895 niños evacuados en las expediciones de 1937 y 1938; unos 150 maestros y personal auxiliar que acompañaron a éstos; unas 156 personas de la marinería, personal militar y la oficialidad de los nueve buques republicanos que anteriormente habían realizado transporte de material de guerra y víveres “incautados” por el Gobierno soviético; unos 200 cadetes de la última promoción de la 20ª Academia Militar de Pilotos enclavada en Kirovabad y un colectivo de los exiliados políticos, especialmente dirigentes y miembros del Partido Comunista de España (PCE), como Dolores Ibárruri, y el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC).

Uno de los exiliados más interesantes fue Francisco Ramos. Nacido en 1910 en Alicante, su actividad política comenzó al llegar a Barcelona con 20 años, se afilió a las Juventudes Socialistas y desde 1936 militó en el PSUC. Fue detenido en varias ocasiones. Al llegar a Francia, después de la Guerra Civil, en 1939 fue internado con su división en el campo de concentración de Saint-Cyprien y luego salió para la URSS. Según recuerda a un amigo, “será para unos tres meses, pero me retuvieron por la fuerza casi 20 años.”

La Guerra Civil en España había terminado pero, como escribe Iordache, “persistía el cainismo político dentro de un bando completamente dividido” y hubo una sórdida lucha por el poder. Ramos trabajó inicialmente como maestro compaginando su nueva ocupación con los estudios de Ingeniería. Como muchas otras personas quería regresar a sus familia en España, aunque corriera peligro en la dictadura de Franco, o ir a otro país, preferentemente en América Latina por la afinidad lingüística y cultural, pero esta actitud fue considerada tanto por el PCE como por las autoridades en Moscú como antisoviética/trotskista (“enemigo del pueblo”). Pocos lograron el permiso para salir.

En una entrevista en 1977 Ramos dijo que “por aquello que estaba viendo en la URSS no había yo luchado en España.” Precisamente, las autoridades soviéticas, en el contexto de la guerra fría, querían evitar a toda costa la difamación de la URSS y del PCE que suponía la salida de los exiliados españoles

Santiago Carrillo, llegado entonces desde Francia y que en su libro de memorias (1993) evita cualquier referencia a estos asuntos, llamó a las personas que querían salir de la URSS en una reunión en 1947, según recuerda el comunista italiano Ettore Vanni, “traidores que dejan el país socialista para ir a vivir entre los capitalistas.” Alguien gritó en la reunión, “hay que darles un tiro por la espalda.”

Ramos fue detenido en febrero de 1948 y condenado a 10 años (primero en el campo de concentración Potma y luego en una fábrica concentracionaria en Kutschino), después de ser denunciado por ser “antisoviético” por un español agente secreto ruso, reclutado en 1937 en Barcelona, según las memorias de Julián Fuster, detenido poco antes de Ramos. Entre las “pruebas” de su culpabilidad constituyó un “diario”, fechado en 1942 donde escribió, entre otras cosas, que la URSS es “el país de las colas. Preferiría mi fusilamiento en España a la vida en Sarátov” (donde estuvo trabajando).

Ramos fue liberado en la primavera de 1956 y regresó a España en 1957 y durante los años sesenta y setenta fue una de las figuras más emblemáticas de la Federación Socialista Catalana del PSOE y jugó un papel importante en la unidad de los socialistas en Cataluña y en el reestablecimiento de la Generalitat bajo Josep Tarradellas. Murió en 1983 a los 72 años de edad.

En palabras de Iordache, a Ramos se le podría considerar como un personaje “insumiso en cualquier ambiente totalitario y autoritario, contrario a su ideología básica, la de la libertad de pensamiento y respeto a las opciones políticas.”
http://www.elimparcial.es/nacional/desmemoria-historica-ii–89099.html