Me siento rescatado

El rescate del sistema bancario español por la Unión Europea es una buena noticia porque sin él, el sistema, la espina dorsal de una economía de mercado, se habría hundido, como pasó en Irlanda, y en vez de rescatar algunos bancos la UE no hubiera tenido más remedio que salvar a todo el país o dejar caer la zona euro.

Mis pocos ahorros — depositados en un banco y en la bolsa — están más seguros, aunque no tanto como para poder cumplir las palabras irónicas de Alfredo Pérez Rubalcaba quien dijo que “el Gobierno pretende hacernos creer que nos ha tocado la lotería o que han venido los Reyes Magos.” Los 100.000 millones de euros que España va a recibir representan €2.127 por persona.

Luis de Guindos, el ministro de Economía, ni siquiera habla de un rescate. Para él es simplemente un “préstamo en condiciones muy favorables al FROB (Fondo de Rescate Bancario Español) para dar estabilidad a las entidades que lo necesiten.” La prueba de que es un rescate (una palabra definida por el diccionario de la Real Academia Española como “dinero con que se rescata, o que se pide para ello”) es que si no existiera se hundiría el sistema bancario y con ello el país. Además, los mercados no han aflojado la presión sobre la economía española.

Es increíble cómo unas malditas cajas han llevado España al borde del precipicio. Si no fuera por la profunda crisis de Bankia, el matrimonio por la fuerza de siete cajas enfermas, es probable que España no hubiera necesitado un rescate, aunque hay otras cajas débiles como CaixaCatalunya.

Se pueden dividir los bancos españoles en cuatro grupos. El primero y más solvente consiste en el formado por Santander y BBVA que representa un tercio de los activos bancarios totales (el 50% en términos consolidados) y el 75% de los beneficios. Estos dos bancos están bien gestionados y están cosechando los frutos de sus políticas de diversificación. Los dos bancos generan más beneficios en países como Brasil y México que en España.

El segundo grupo está compuesto por los bancos, antes cajas, que no han recibido ayuda alguna (hasta la fecha), que representan el 17% de los activos. El tercero contiene los bancos, antes cajas, como Bankia, que representan el 22% de los activos y que son los más expuestos al sector inmobiliario. El cuarto está formado por bancos medianos y pequeños que representan el 11% de los activos. Estos están especializados en crédito a empresas y su exposición inmobiliaria es bastante menor que el anterior.

Igual que el sector de la construcción, la historia de las cajas es, como el título de la novela de Gabriel García Márquez, la crónica de una muerte anunciada. España llego a tener 45 cajas (ya son sólo nueve) que tenían hasta la mitad de los activos totales en sus manos, un promedio de más de dos cajas por comunidad autónoma. Todos, de una manera u otra, han estado excesivamente influenciados, si no gestionados, por casi toda la clase política, en particular el Partido Popular (mandó en Caja Madrid y en Bancaja, los dos principales componentes de Bankia).

Las cajas, con poca transparencia al ser instituciones no cotizadas en bolsa (esto ha cambiado a raíz de la crisis — y da pena ver el declive de las acciones de Bankia, gran parte en manos de pequeños ahorradores y clientes engañados por la entidad), fueron los principales prestamistas al sector inmobiliario, en particular a promotores, y a proyectos inútiles (en inglés, white elephants, literalmente elefantes blancos) como el aeropuerto de Ciudad Real.

A diferencia de los Estados Unidos, la crisis bancaria española es una crisis clásica debida a un excesivo volumen y concentración de créditos a un sector vulnerable y en condiciones poco prudentes, y no a productos mucho más sofisticados y difíciles de entender como productos derivados, paquetes de créditos basura titulizados, etc.

El Gobierno echa gran parte de la culpa al Banco de España, y en particular a su antiguo gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien dimitió este mes antes de terminar su mandato. Es cierto que el banco central no vio la magnitud del problema en las cajas. Igualmente cierto es que los dos partidos mayoritarios no han explicado como las cajas bajo su control durante años llegaron a esta dramática situación. No sorprende que solo quieren hablar de ello a puerta cerrada por temor a abrir la caja de Pandora y salpicar aún más a una clase política en desgracia.

Mientras en mi país, la investigación Leveson sobre la cultura, la práctica y la ética de la prensa, a raíz de un escándalo de escuchas telefónicas ilegales, ha citado hasta a los dos antiguos primeros ministros (Gordon Brown y Tony Blair) y al actual (David Cameron), aquí los políticos no dan la cara ni explican nada.
http://www.elimparcial.es//me-siento-rescatado-106163.html