“Los catalanes han menester ver más mundo que Cataluña,” escribió Gaspar de Guzmán, el conde-duque de Olivares, en 1640 a Dalmau de Queral i Codina, conde de Santa Coloma y virrey de Cataluña, tres meses antes de su asesinato cuando estalló la revuelta de los segadores.
Las palabras del conde-duque siguen siendo tan válidas hoy como hace 373 años. Las he encontrado en el clásico libro del historiador británico John H. Elliott, The Revolt of the Catalans (1598-1640) (“La rebelión de los catalanes)” publicado por Cambridge University Press en 1963 (en libro de bolsillo desde 1984) y por Siglo XXI en español, que acabo de leer por la primera vez.
Para Elliott, la revolución de 1640 era, en realidad, dos revoluciones y no una. La primera era una revolución social y espontánea de los pobres contra los ricos y la segunda, y más relevante para hoy, una revolución política en contra de la dominación del principado de Cataluña, con sus propias leyes, privilegios y fueros, por Castilla, en particular la resistencia del principado a pagar. Igual que ahora, hubo también un conflicto sobre el uso del castellano en Cataluña.
Cuando los franceses empezaron a atacar a las fronteras españolas en Fuenterrabía, gente de todos los dominios peninsulares acudieron en ayuda de dicha población vasca, excepto Cataluña. Y cuando los franceses probaron a atacar la propia Cataluña, casi nadie se alistó en defensa de su propio territorio, y hubo que traer soldados de fuera que nadie quería alojar.
Durante la rebelión Cataluña fue una república, pero para nada más que una semana. Fue el tiempo que tardó en pasar de sacudirse el yugo de los Austrias (Felipe IV) y pasarse a otro rey, el de Francia (Louis XIII), al que ofreció lealtad a cambio de protección.
Una república es el sueño de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido abiertamente independentista que más está beneficiándose del actual conflicto entre el Gobierno de Arturo Mas y el Partido Popular. Los socialistas catalanes están desintegrándose, Convergència i Unió está perdiendo influencia y votos — son los dos partidos que han dado estabilidad a Cataluña en los últimos 30 años — y el PP tiene un techo de votos que le imposibilita influir en la vida política de la región.
El dilema para el conde-duque, como para Mariano Rajoy, en palabras de Elliott es “si hay que emplear blandura o rigor en relación con el principado [Cataluña]”. En estos momentos el supuesto diálogo entre los dos partes es de sordos. Entrando con brillantez en el mente del conde-duque y en el contexto histórico, Elliott hace al conde-duque preguntarse, ¿“Por qué Cataluña, y solo Cataluña, debería ser diferente?”. El conde-duque sabía que cediendo a Cataluña se abriría una caja de Pandora — igual que Rajoy.
Mi lectura del libro ha coincido con el anuncio de un simposio con el título provocativo, “España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014)”. El simposio se inscribe en los fastos del Gobierno catalán para conmemorar el próximo año el 300 aniversario del año 1714, en el que se produjo la caída de Barcelona a manos de las tropas de Felipe V, con la aspiración de que este proceso se culmine en la consulta soberanista. Una de las conferencias lleva el lema: “La apoteosis del expolio: siglo XXI” y otra: “La humillación como desencadenante de la eclosión independentista.”
Preguntado por un corresponsal de El País sobre el enfoque escogido para el simposio, Elliott contestó “No vale la pena ni hablar. Con este título ya sé que no me interesa. Es muy poco histórico y no tiene rigor ninguno. Es un disparate.” Otro gran historiador, José Álvarez Junco, sin tener intereses creados, piensa igual. Para Álvarez Junco, no es un simposio histórico o debate científico porque ya se dan por predeterminadas las conclusiones.
Dijo Abraham Lincoln que “las mentiras repetidas se convierten en historia, pero no necesariamente se convierten en verdad”. Para Oscar Wilde: “Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento.” Ciertamente, nadie se aburre con la historia de Cataluña.
Para contactar con el autor: http://www.williamchislett.com