Suficiente tiempo ha pasado para visitar con objetividad la crisis en España y aprender algunas lecciones, aunque tras cinco años de recesión no hay un destello de luz en el largo túnel del desempleo.
Ya empiezan a salir los primeros libros en inglés sobre la crisis.El libro de Sebastián Royo, Lessons from the Economic Crisis in Spain (“Lecciones de la crisis económica en España”), publicado por Palgrave Macmillan como parte de la serie de estudios europeos de la Universidad de Nueva York, es un modelo en la materia.
Royo, profesor de Gobierno en el Departamento de Gobierno de la Universidad de Suffolk en Boston, es una de los sabios que años antes de la crisis advirtió de que había una burbuja inmobiliaria, que el modelo de crecimiento excesivamente basado en el ladrillo era insostenible, y que era imperativo cambiarlo para preparar al país para el día en que la burbuja estallase.
Después de la reelección de Zapatero, dio una conferencia en la Universidad de Georgetown con el título Unas elecciones que hubiese merecido la pena perdery en la que trató de advertir de los riesgos que se avecinaban para la economía. Al final de la presentación vinieron algunos a recriminarle por ser “tan negativo y pesimista”, y por ser un “pájaro de mal agüero”. ¡Y lo que él expuso no fue ni remotamente tan catastrófico como lo que sucedió después!
El libro, con muchas estadísticas y firmemente anclado en el contexto de la crisis en la zona euro, está dividido en seis secciones: del auge ala debacle (1997-2007, la llamada década milagrosa, que fue ilusoria); las respuestas a la crisis; los retos de las reformas económicas; los límites de la convergencia fiscal; las consecuencias políticas y de concertación social; la crisis y el sistema financiero español.
La mayor lección, según Royo, es “la necesidad crítica de aprender otra vez las lecciones olvidadas del pasado.”Aldous Huxley dijo que “quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.”
Cuando la crisis estalló en España en 2007, muchos políticos y economistas afirmaron de nuevo que “esta vez era diferente” y que el impacto de la crisis financiera global sería limitado. Como demuestran Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en su libro, que examina ocho siglos de impagos de deuda soberana (se remonta hasta el imperio español), afirmaciones del tipo, esta vez sí es diferente, son invariablemente equivocadas.
Por ejemplo, las similitudes entre la crisis en Europa y la crisis de deuda soberana en América Latina en los años 80 son llamativas. Tanto en Europa como en América Latina, la deuda fue emitida en monedas (el euro en el primer caso y el dólar en el segundo) sobre la cual los países prestatarios no tenían ningún control.
Royo señala las debilidades de la economía española que fueron acumulándose antes de 2007: la falta de competitividad, el enorme incremento en la deuda del sector privado (a diferencia del sector público), la debilidad del sistema fiscal (cuando la burbuja inmobiliaria estalló los ingresos fiscales cayeron en picado), un déficit en cuenta corriente de casi el 10% del PIB, etc.
La burbuja española era más pequeña que la irlandesa, a juzgar por el incremento en los precios de la vivienda (300% en España entre mediados de los años 90 y 2007 y 450% en Irlanda), pero las consecuencias han sido más devastadoras.
Una de las muchas virtudes del libro de Royo es que el autor no ignora el lado político de la crisis. Ciertamente, la crisis se debe en gran parte a una clase política miope y más interesada en perpetuar sus propios intereses que en trabajar para el bien del país. Pero no se puede culpar a los políticos de todo. Fueron votados y en algunos casos, particularmente en las elecciones autonómicas, elegidos de nuevo a pesar de ser conocidos como corruptos. La crisis ha sacado a la luz una sociedad pasiva que no fue capaz de exigir cuentas a sus políticos. Muy pocas personas querían cuestionar la “fiesta”, porque de alguna manera o otra muchas (¿la mayoría?) se beneficiaron.
Antonio Muñoz Molina dedica unas páginas brillantes a las fiestas de todo tipo y gasto público fastuoso en su ensayo Todo lo que era sólido. “Si hay algo en España de lo que no se puede disentir es del totalitarismo de la fiesta, en el que se confunden con entusiasmo idéntico la izquierda y la derecha”.
Uno de los impactos positivos de las crisis es que están cambiando las actitudes públicas hacia la corrupción (menos tolerancia). Esto es un sano proceso en la transición española, desde el estado autoritario de Franco hacia una mayor transparencia y responsabilidad democrática.
Me alegro que Royo no crea que la solución para España es salir de la zona euro. Tal drástica medida no resolverá los problemas del país. Para empezar, conducirá a una masiva devaluación de la peseta, la monedaanterior, alta inflación, una profunda crisis bancaria y ningún respiro para el desempleo.
http://www.elimparcial.es//cronica-de-un-fracaso-anunciado-127658.html