La historia hispánica de los Estados Unidos

De no haber sido por España, los Estados Unidos, tal como hoy los conocemos, tal vez nunca habrían existido.

En 1513, Juan Ponce de León desembarcó en la costa este del actual estado de Florida, cuya posesión reclamó para la Corona española. En 1526, Lucas Vázquez de Ayllón exploró las costas de Georgia y Carolina del Sur y, en 1539, Hernando de Soto desembarcó en la costa occidental de Florida. Los integrantes de su numerosa expedición fueron los primeros hombres blancos en contemplar el río Misisipí. En 1565, Pedro Menéndez de Avilés fundó San Agustín, en Florida, la ciudad más antigua de EE.UU. habitada sin interrupción. Cuando el buque inglés Mayflower arribó a PlymouthRock (Massachusetts), en 1620, con los peregrinos (pilgrims) la presencia española en EE.UU. estaba ya consolidada.

En la época de la Revolución Americana, casi todas las tierras — hoy de los Estados Unidos — al Oeste del río Misisipí hasta Canadá, pertenecían a España, así como lo que hoy es México (entonces conocido como Nueva España). España era por entonces un aliado de Francia y un competidor económico de Gran Bretaña. Tomó partido por los rebeldes americanos, más por odio a la Pérfida Albión, su vieja rival, que por cualquier entusiasmo por la causa de la independencia, cuya extensión a las colonias de América Latina temía, como así ocurrió.

Parece que Bernardo de Gálvez, el gobernador de Luisiana que organizó la ayuda de España y Francia a los colonos norteamericanos alzados contra Gran Bretaña, va a ser reconocido como héroe nacional. Gálvez conquistó Baton Rouge, Manchack y Natchez, lo que supuso expulsar a los ingleses del Misisipi. Durante su viaje a la Casa Blanca este mes Mariano Rajoy expresó su confianza ante Barack Obama que un retrato de Gálvez pueda colgarse en el Capitolio. Cuenta con el apoyo de dos importantes asociaciones, las Hijas y los Hijos de la Revolución Americana.

En su nuevo libro, Our America: a Hispanic History of the United States (“Nuestra América: un historia hispánica de los Estados Unidos), que será publicado en febrero por Norton (y luego en español por Galaxia Gutenberg), el gran historiador Felipe Fernández-Armesto (de padre español y madre inglesa) cuenta con extensa profundidad y acostumbrada elegancia el poco conocido y fascinante pasado hispánico de los Estados Unidos y el futuro hispánico del país. La gran mayoría de libros de historia de este país son demasiado anglocéntricos.

Cuenta el autor que al entrevistar especialistas postdoctorales para el puesto de profesor de la época colonial de lo que hoy son los EE.UU., hizo la siguiente pregunta furtiva: ¿dónde, en lo que actualmente es territorio de los EE.UU., fue establecida la primera colonia europea duradera y que hoy aún sigue habitada? Nadie cometió la locura de decir Plymouth Rock; algunos dijeron Jamestown, el primer asentamiento permanente inglés, y otros San Agustín. La contestación correcta es Puerto Rico, fundado más de 100 años antes de Jamestown.

Según Fernández-Armesto, el éxito de los españoles en conquistar partes de los EE. UU. se debe a lo que él llama con brillantez el stranger-effect (el efecto de un extraño), y ciertamente los conquistadores parecían como si vinieran de otra planeta y, por esto, fueron tratados como si fueran dioses.

El 4 de julio, Día de la Independencia, es una fecha mítica en los EE. UU. Marca la firma de la Declaración de Independencia en 1776 en la que el país proclamó su separación formal del Imperio británico. Este mismo día, en 1598, Juan de Oñate fundó la ciudad de San Juan de los Caballeros en un sitio donde el Río Chama se une al Río Grande, el primer asentamiento europeo en el territorio central de los EE. UU. Tal vez algún día el 4 de julio sea una fecha de doble celebración: los inicios de la influencia española y británica de los EE. UU.

La historia hispánica en los EE. UU., principalmente la influencia de España y México (que perdió gran parte de su territorio en beneficio de su vecino) y en el siglo XX de otras países como Cuba y las naciones de Centroamérica, es también una historia vergonzante de discriminación en contra de los hispanos, o mejor dicho de actitudes y leyes abiertamente racistas,incluso leyes de apartheid. A partir de los 90 del siglo XIX, por ejemplo, en Tejas y California las escuelas fueron segregadas bajo una política de americanización forzosa.

Las condiciones de vida de los hispanos eran peores que la de los negros. En 1940, en Colorado el 34% de los negros eran propietarios de sus casas en comparación con 11% de los hispanos. Por cada 1.000 nacidos vivos, 65 niños negros morían comparado con 205 niños mexicanos. Presos y pacientes portorriqueños fueron usados como conejillos de Indias humanos en experimentos médicos.

En la última década, la población hispana en los EE. UU. aumentó un 43%, hasta llegar a más de 50 millones (17% de la población), la minoría étnica más grande. Obama ganó las elecciones en 2012 en gran parte debido al voto hispano (71% de votantes clasificados como hispanos votaron por él, según los analistas), en particular en Florida, Nevada, Colorado y Nuevo México.

La minoría hispánica continúa creciendo y jugará un papel cada vez más importante en la vida nacional y políti
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