Podemos: de la nada a la atención nacional

Nadie detectó los resultados espectaculares del partido populista y antisistema Podemos en las recientes elecciones europeas, que han producido un terremoto en el panorama político español. Sin embargo, muchos quieren mostrar ahora sabiduría cuando ya no hay remedio.

La totalidad de las encuestas encargadas por los medios estaban tan ciegas que le daban como mucho uno o dos diputados. La media de votos que le atribuían los sondeos era del 2,8% del total, y recibió casi el 8% (1,2 millones de votos) y cinco diputados, todo con una campaña de apenas 150.000 euros.

La cara del muy listo Pablo Iglesias, el líder de Podemos, es hoy de las más reconocidas en España, casi tanto como la de Felipe González cuando ganó las elecciones en 1982 con el eslogan, “Por el cambio”. Incluso antes de las elecciones, más de un 50% de los votantes conocía a Iglesias, por sólo un 7% que afirmaba saber qué era Podemos. De ahí la decisión, a 24 horas de que se acabara el plazo para registrar la formación de manera legal, de cambiar el logo original del partido por el rostro de Iglesias, como si fuera Che Guevara, o ese lejano Felipe González.

Los dos partidos mayoritarios, llamados por algunos “PPSOE”, han perdido más de cinco millones de votos y 30 puntos en relación con las elecciones europeas de 2009, cuando lograron el 80%.

Aunque se vota en las elecciones europeas más con el corazón que con el cerebro, por no tener impacto nacional directo, y no se pueden extrapolar los resultados para las próximas elecciones generales en España, nadie duda que estamos ante un preocupante panorama con consecuencias imprevisibles.

Las élites gobernantes llevan gran parte de la responsabilidad de esta situación: son parte del problema al mirar al otro lado durante tanto tiempo y no hacer nada para mejorar la calidad, honestidad y transparencia de las instituciones emanadas de la Constitución de 1978.

Gracias a un libro de urgencia publicado por Deusto un mes después de las elecciones, “Podemos: deconstruyendo a Pablo Iglesias”, coordinado por John Müller y con contribuciones de nueve autores, se comprende mucho mejor el fenómeno de Podemos.

El germen de Podemos viene de varios profesores del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid en el campus de Somosaguas, con fama de ser el más rojo de toda la comunidad docente y cuna de un activismo muy potente desde hace dos décadas. Entre 2008 y 2009, crearon la Promotora de Pensamiento Crítico que, entre otras cosas, cuestionó la Transición. También se nutre del movimiento del 15-M de los indignados y de Izquierda Anticapitalista.

El libro explica muy bien los enlaces con la revolución bolivariana. El día en que murió Hugo Chávez, el autoritario presidente de Venezuela, Iglesias declaró en el espacio “La Tuerka” en Canal 33: “Hoy los demócratas hemos perdido a uno de los nuestros”.

Podemos articuló una campaña de matrícula de honor, lo que Fran Carrillo define como discurso boomerang que consiste en “acercarse a la calle, escuchar qué mensajes lanzaba, qué palabras de protestas y petición emitían los ciudadanos para, tiempo después, y una vez tamizado con el envoltorio formal adecuado, devolver esos mensajes a la calle transformados en nitroglicerina pura: discursos incendiarios, revolucionarios, discursos indignados. Le devolvían al pueblo lo que el pueblo les había transmitido. Simple estratega de empatía y conexión”.

Lorenzo Bernaldo de Quirós destruye con brillantez el programa económico de Podemos. Pinta un escenario con un Gobierno de Podemos en 2016. Con el paro muy elevado Iglesias expresa ante las cámaras de Televisión Española la posición del gabinete: “No hay trabajo para todos y, en consecuencia, la disminución de la jornada repartirá el existente. Se está ante un asunto de solidaridad y justicia redistributiva”. El Gobierno francés fracasó en esa medida.

Como era de esperar, la reducción del tiempo semanal de trabajo está acompañada por el mantenimiento íntegro del salario percibido, lo cual da lugar a que las empresas contratan menos y despiden más. El flamante gabinete de Iglesias tarda sólo unos meses en darse cuenta de la consecuencia de su benéfica intención.

Su ministro de Seguridad Social anuncia la reducción de la edad de jubilación a los sesenta años y otras medidas, financiadas con una subida del IRPF. La evolución demográfica de España hace insostenible el actual Estado del Bienestar español, sin hablar de uno ampliado.

Y un largo etcétera que termina con España en peor situación que hoy.

Dicho todo esto, si Podemos logra actuar como catalizador, empujando a los dos partidos mayoritarios a ponerse de acuerdo en acometer unas profundas y sensatas reformas políticas y económicas antes de las próximas elecciones, y así dejan de seguir mirando para otro lado, bienvenido. Si no, ¡pobre España!
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