Cuando uno mira hoy por el mundo es difícil creer que la humanidad ha avanzado desde que aparecieron, hace decenas de miles de años, las primeras señales de lo que consideramos como el homo sapiens. Acontecimientos como la decapitación en público del fotoperiodista norteamericano James Foley por un terrorista islamista, los dramáticos disturbios raciales en Ferguson, Estados Unidos, destapados tras el asesinato por la policía de un joven afroamericano, la masacre de unos 400 niños palestinos en Gaza por proyectiles israelíes y la guerra civil en Ucrania, por mencionar solo algunas de las más destacadas noticias del último mes, hacen sentirse a uno -al menos a mí- profundamente pesimista sobre el denominado avance de la especie humana.
Como explica el historiador israelí Yuval Noah Harari en su brillante libro “Sapiens: A Brief History of Mankind” (Sapiens: un breve historia de la humanidad), que será publicado por Harvill Secker en septiembre, fisiológicamente no hemos tenido ninguna mejora significativa en la capacidad del hombre de fabricar herramientas en los últimos 30.000 años. Albert Einstein era mucho menos hábil con sus manos que los antiguos cazadores-recolectores, pero hoy tenemos misiles intercontinentales con ojivas nucleares, mientras que nuestros antepasados solo tenían lanzas formadas por palos con flechas talladas de sílex.
El colectivo humano sabe mucho más hoy, pero en el plano individual los antiguos cazadores-recolectores eran las personas más informadas y hábiles de toda la historia.
El autor identifica tres revoluciones que han guiado el rumbo de la historia: la revolución cognitiva de hace unos 70.000 años; la revolución agrícola de hace unos 12.000 años y la revolución científica de hace 500 años. El libro, un éxito de ventas en Israel y destinado a serlo en muchos otros países, cubre desde las raíces evolutivas hasta la llegada del capitalismo y la naciente industria de la ingeniería genética, pasando por la creación de dinero, la diseminación de religiones y el auge de los estados nacionales. Adopta un enfoque interdisciplinario que llena los huecos entre historia, biología, filosofía y economía.
Según el autor, la cooperación y la confianza mutua son dos de los factores más importantes que explican el progreso de la humanidad y distinguen la especie humana de otras especies de animales (aunque somos bastante parecidos a los chimpancés), a pesar de que es difícil creerlo con tanta miseria y barbaridad en el mundo.
Tomemos el ejemplo del dinero, que es el sistema más universal y eficiente de la confianza mutua jamás inventado. Como dice el refrán, el dinero hace girar al mundo: es el único sistema creado por los seres humanos capaz de salvar las distancias entre culturas, y que además no discrimina por motivos de religión, género, raza, edad u orientación sexual. ¿Cómo es que estamos dispuestos a trabajar para recibir unos papeles de distintos colores?
En el campo de las ciencias, los avances en los últimos 500 años se deben a un cambio fundamental en la mentalidad: la disposición a admitir nuestra ignorancia ha hecho la ciencia moderna más dinámica y curiosa que anteriores tradiciones de conocimiento. Cristóbal Colón, por ejemplo, estaba convencido que conocía todo el mundo (basado en las mapas de la época), e incluso su descubrimiento del continente americano no logró cambiar sus ideas. Durante miles de años, los académicos y las Escrituras no habían conocido otra cosa que Europa, África y Asia.
Hasta ahora el homo sapiens no ha sido capaz de salir de los límites determinados por la biología, pero esto ya empieza a cambiarse. Las leyes de la selección natural están siendo sustituidas progresivamente por las leyes del diseño inteligente, con el riesgo de crear frankensteins pero también avances espectaculares en la ciencia.
http://www.elimparcial.es/noticia/141557/Homo-no-tan-sapiens.html