Mi presentación en el pleno del Distrito Centro del Ayuntamiento de Madrid de la petición para conmemorar a Arturo Barea

¿Qué hace un inglés con pinta de pirata, de Vikingo, promoviendo la figura de Arturo Barea y, además, con un deplorable acento, a pesar de mis muchos años viviendo en España?

Yo cubrí la Transición española para The Times de Londres entre 1975 y 1978 y regresé a Madrid de forma permanente en 1986 y con otra vida, después de ser corresponsal en México seis años y dos en Londres para el Financial Times.

Me considero un hispanista comprometido en la tradición de los llamados curiosos impertinentes. Trabajo para el Real Instituto Elcano.

En 2010 encontré la lápida deteriorada de Barea en el pueblo de Faringdon en la campiña de Oxford (mi ciudad natal) que restauré junto con unos amigos y admiradores del escritor, y en 2013 pusimos una placa sobre la fachada de su pub favorito.

Todas las obras de Barea, incluyendo la Forja, fueron publicadas en inglés antes que en español, traducidos por su mujer Ilsa, salvo un librito de cuentos en 1938. Y dio 800 charlas durante 17 años para el servicio de la BBC para Latinoamérica bajo el seudónimo “Juan de Castilla”.

Salvo una calle con su nombre en Badajoz, donde nació, y en el pueblo de Novés, Toledo, donde vivió en 1935, Barea no está recordado en España, y mucho menos en Madrid donde pasó casi toda su vida antes de exiliarse. Barea está mejor recordado en su país de exilio que en su país de origen, y no me parece justo.

Nuestra iniciativa no pretende quitar un nombre para poner otro, ni modificar el mapa de Lavapiés, lleno de historia, sino incluir en su memoria a uno de sus hijos y uno de los que hizo el mejor retrato humano y social del barrio en el siglo XX.

Ojala que ustedes decidan asignar una placa en honor de Barea sobre la fachada de las Escuelas Pías en Lavapiés donde el escritor estudiaba hasta los 13 años.

Espero que nuestra iniciativa cuente con todo su apoyo.