La presión fiscal en España bajó cuatro puntos entre 2007 y 2008 (el último año con datos internacionales disponibles) a 33,1% del PIB (probablemente continuó bajando en 2009), el segundo descenso más grande entre los 30 países del OCDE, pero esto no quiere decir que los impuestos en España sean “muy bajos”, como dice José Blanco, ministro de Fomento.
La presión fiscal — la proporción de la riqueza generada que va a parar a las arcas públicas (en el caso de España de cada 100 euros de riqueza que genera, una tercera parte va a las arcas públicas) — depende de varios factores y no solo de los tipos de gravamen en el impuesto sobre sociedades y sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). El factor más importante que ha afectado la presión fiscal en España es la fuerte recesión y el altísimo nivel de desempleo — menos personas trabajando y menos actividad económica significa menos impuestos recaudados, y, a la vez, la economía sumergida crece. Como era de esperar, la presión fiscal registró un importante aumento entre el 2003 y el 2007, años de boom económico, y no debido a incrementos en los tipos impositivos.
El Gobierno subió el IVA en julio, ha retirado la deducción de 400 euros y ha elevado la tributación sobre el ahorro, tabaco y alcohol y la desgravación por la compra de vivienda se acaba este año. El impuesto sobre sociedades y el IRPF, los dos impuestos más importantes, no son muy bajos. De hecho, España es el quinto país con el mayor gravamen en el impuesto sobre sociedades (el tipo máximo es de 30%, lejos del promedio de la UE-27 de 23,2%, según Eurostat) después de Malta, Francia, Bélgica y Italia, y España figura entre los cinco países de la UE con mayor carga empresarial. Esta carga comprende el impuesto sobre sociedades, las cotizaciones sociales y los impuestos sobre el trabajo a cargo del empleador, los impuestos sobre el patrimonio y transmisiones patrimoniales, los impuestos sobre dividendos y ganancias de capital, así como las tasas por recogida de basuras, impuestos de circulación de vehículos y otros tributos análogos.
Y España tiene un tipo máximo de gravamen en IRPF por encima de la media europea (43% en 2008, por encima de la media de 37,8%).
Por supuesto, si queremos aún mejores servicios públicos e infraestructuras habrá que subir los impuestos, particularmente en los próximos años de bajo crecimiento económico continuado y altos niveles de desempleo y la lucha para reducir el déficit presupuestario. Personalmente, creo que no hace falta invertir más en infraestructuras (las de España son mucho mejores que las de mi país, el Reino Unido). Donde hace falta más inversión es en capital humano.
Donde si hay un margen para subir los tipos es en el último tramo del IRPF, el de los ingresos más elevados (mayor de 150.000 euros). En 2008, 95.397 personas (el 0.49% de los 19.388.981 contribuyentes) declararon más de 150.000 euros. Sus liquidaciones sumaron 9.450 millones de euros (el 14,8% del importe total recaudado).
También hay margen para subir la contribución urbana en España. Cuando yo regresé a Madrid de forma permanente en 1986, la contribución urbanade la casa que compré ese año era lo que había pagado por un mes en Londres. Se ha subido bastante desde entonces, pero sigue siendo relativamente bajo.
Lo más grave es que ningún gobierno de la España democrática ha atacado con la suficiente agresión el fraude fiscal y la economía negra. Según un reciente informe de Friedrich Schneider de la Universidad de Linz en Austria, la economía sumergida en España representa el 20% del PIB, algo menos que Italia y Grecia, los lideres en este campo.
Un creciente número de españoles, según encuestas, creen que en las actuales circunstancias duras evadir impuestos es justificable. Esto es muy preocupante. Corresponde al gobierno ser mucho más duro y eficaz en combatir el fraude fiscal, y así no solo aumentar los ingresos fiscales pero, a la vez, persuadir a los contribuyentes de seguir pagando.
http://www.elimparcial.es/economia/hace-falta-subir-los-impuestos-70183.html