Mientras la prensa española llama al grupo “banda terrorista” en sus noticias sobre lo que ETA describe como sus “acciones armadas ofensivas”, los periódicos británicos y americanos huyen de la palabra “terrorista.” El Financial Times llamo a ETA “grupo separatista vasco violento”, The Guardian “grupo separatista vasco armado” y el New York Times “el grupo separatista vasco”. En sus crónicas sobre el alto de fuego, los corresponsales de estos medios serios no usaron la palabra “terrorista” ni una sola vez, aunque sí hablaron de la violencia de ETA en los últimos 42 años y sus asesinatos a más de 800 personas.
Antonio Muñoz Molina, en su siempre interesante diario que publica desde el 2 de julio en su página web, escrito en su prosa transparente y elegante, cargó contra “la noble BBC” por llamar a ETA “organización armada separatista”. “Alguna vez he preguntado a periodistas británicos o americanos qué pensarían ellos si nosotros calificáramos a los terroristas de las Torres Gemelas como miembros de una organización religiosa aerotransportada. La BBC, en los asuntos de terrorismo vasco, siempre ha dado más crédito a los asesinos que a las víctimas, con esa asepsia anglosajona según la cual los españoles somos unos bárbaros de democracia dudosa, y los pistoleros luchadores idealistas en defensa de la patria oprimida.”
Yo no tengo ninguna reticencia en llamar a los miembros de ETA terroristas. España es una democracia y el País Vasco ya tiene un alto grado de auto gobierno. La causa de ETA no tiene la más mínima justificación. Pregunté a los corresponsales en Madrid del Financial Times y de The Guardian, ambos amigos, porqué no usaron la palabra “terrorista”. Victor Mallet del FT me dijo que “terrorista” es una palabra cargada de implicaciones (loaded word). “Algunos gobiernos son terroristas. El problema es que los periodistas en muchos países, incluyendo el Reino Unido (con el Ejército Republicano Irlandés, la IRA) y España (con ETA) suelen llamar a sus separatistas terroristas, pero no hacen lo mismo con los de otros países. Sigo mi formación de periodista en la agencia Reuters. El terrorista para unos es el combatiente por la libertad de otros. Además, hay esperanzas y temores. El título en un periódico — British fear interest rates will rise (Los británicos temen una subida en los tipos de interes) — no es así para los ahorradores quienes esperan que los tipos suban.”
Pero, quien pone una bomba en Hipercor y mata a 27 personas inocentes, ¿puede ser llamado tanto terrorista como combatiente por la libertad?
Giles Tremlett de The Guardian me dice que su periódico no tiene una política en contra de usar la palabra, a diferencia de otros medios. “A veces se llama a ETA terrorista. Pero no creemos que haga falta recitar la palabra terrorista religiosamente cada vez que se menciona a ETA. Nuestros lectores no son estúpidos. Si escribimos que ETA es un grupo separatista vasco armado poniendo bombas y matando gente, no creemos que sea absolutamente necesario usar la palabra terrorista ni asesina, aunque son. Es obvio. Lo mismo para al-Queda.”
Tanto el gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea llaman a ETA un grupo terrorista. ETA, además, está considerado un “grupo terrorista extranjero designado” (designated foreign terrorist organisation) en la lista del Departamento de Estado de Washington pero solo desde 1997 (hubo muchas reticencias), y no está en la categoría menor de “otros grupos terroristas” (other terrorist groups). Esto es importante y no un tema de semántica porque estar en el primer grupo conlleva consecuencias legales para la organización. Por ejemplo, es ilegal dar dinero a ETA. Increíblemente, la Real IRA solo lleva nueve años en este grupo. Después del 11-S, una orden ejecutiva de George W. Bush estableció un nuevo listado, en el cual se incluyó a ETA, con muchas más implicaciones que las aparecidas en la de 1997.
La comunidad internacional no ha logrado formular un acuerdo con fuerza legal sobre el concepto y la definición ajustada de terrorismo porque el término está cargado políticamente y emocionalmente.
José María Aznar se mostró particularmente irritado por la ausencia de la palabra “terrorista” en el muy influyente seminario The Economist. Un día, durante su gobierno, invito a un periodista afincado en Londres a almorzar en La Moncloa. El periodista se presentó y Aznar intentó convencerle de llamar a ETA terrorista. Regresó el mismo día a Londres pero la revista no ha cambiado su línea (lo sigue llamando “grupo vasco separatista violento.”). ¡A ver si José Luis Rodríguez Zapatero sigue el ejemplo de Aznar y tiene más poder de convicción!