Tengo un especial cariño para el Palacio de Cibeles porque desde allí, cuando era la oficina principal de Correos en Madrid, tuve el costumbre entre el verano de 1975 y 1978, de mandar bastante de mis crónicas sobre España como joven corresponsal para The Times de Londres y otros periódicos. Entonces, no existía ni Internet ni el telefax y costaba un riñón dictar las crónicas por teléfono, medio usado solo cuando era necesario (normalmente crónicas para publicar el día siguiente). En esta época reinaba el telex o teletipo.
En los últimos meses de Franco ir a Cibeles con una crónica criticando el régimen tenia un aire conspirador, como, por ejemplo, cuando fui brevemente detenido por un grupo de policías de paisano por asistir a la rueda de prensa convocada por un grupo de franceses incluyendo Yves Montand y Regis Debray para protestar contra las condenas de pena de muerte contra once terroristas por matar a cuatro policías (cinco de ellos fueron fusilados y seis indultados).
El operador del teletipo entendía inglés; es probable que informara a sus superiores de las crónicas de los corresponsales extranjeros, pero no tuve el más mínimo problema en mandarlas y siempre llegaron a su destino. Sospeche que tenia poca simpatía para el régimen.
Hace poco aproveche la política de “puertas abiertas” del Ayuntamiento de Madrid para entrar en el Palacio de Cibeles, convertido en un gigantesco centro cultural después de seis años de obras y al coste de unos 100 millones de euros (y otros 24 millones en la primera fase de rehabilitación, destinada a fines administrativas incluyendo el nuevo despacho del Alcalde). Me pareció que había pasado un siglo desde mis frecuentes visitas a Correos.
Con el Museo del Prado, del Thyssen—Bornemisza y el Centro de Arte Reina Sofía casi a la esquina de Cibeles, ¿hacen falta otros 45.000 metros cuadrados repartidos en más de doce niveles sobre y bajo el nivel del suelo en el centro de Madrid para actos culturales, exposiciones y conferencias?
El Ayuntamiento, por supuesto, piensa que sí, porque el Palacio esta muy cerca al llamado Triangulo de Oro (formado por los tres museos), un lugar por el que pasan al año unos 10 millones de visitantes.
Lo primero que se ve al entrar en el recinto es el gran patio de operaciones — la única parte del Palacio que antes era abierto al público – con sus mostradores, escritorios, suelo y luces originales, y se ha recuperado el suelo de cristal que existió en el origen y que había quedado oculto por el mármol. Por ahí llega la luz hasta el sótano, donde se encuentra el nuevo auditorio con aforo para 280 personas. El patio es ahora un espacio donde los ciudadanos puedan leer periódicos, recibir información cultural a través de nuevas tecnologías o simplemente admirar la cuidadosa reforma que es un homenaje al original.
Cuando se empezaron las obras, la economía española estuve en plena marcha y muy pocas personas, y mucho menos los políticos, pensaron en el futuro. Hoy, las administraciones públicas españolas tienen serios problemas presupuestarias.
El Ayuntamiento de Madrid tenía una deuda de 6.453 millones de euros a 31 de diciembre de 2010, 309 millones menos que en 2009, según el Banco de España. Con una población de Madrid ciudad de 3,2 millones, por tanto, la deuda media de cada madrileño supera los 2.000 de euros. Si consideramos que los madrileños están agrupados en familias y que el tamaño medio de una familia es de 3 personas, la deuda media por familia superaría los 6.000 de euros, es decir, más de un millón de las antiguas pesetas.
Y la deuda de proveedores, facturas sin pagar, no está reconocida, y menos aún la deuda que se guarda en el cajón: facturas rechazadas por defecto de forma, servicios prestados no facturados, etc.
No por nada Alberto Ruíz-Gallardón, el Alcalde, es conocido como Ruíz-Socavón, por tantas obras que se ha hecho en su feudo, aunque esta vez no se trata de un túnel, un aparcamiento o las obras para las Juegos Olímpicos de 2016 que Madrid no ganaron. Y ganará, muy probablemente, las elecciones municipales el 22 de mayo.
http://www.elimparcial.es/sociedad/el-palacio-de-cibeles-una-obra-faraonica-82857.html