Perdiendo el tren

La suspensión a partir del 1 de julio por Renfe de los tres trayectos directos de AVE que comunican Toledo, Cuenca y Albacete porque son solo nueve pasajeros diarios los que utilizan de media el servicio sin transbordo de los 2.190 potenciales en ambos sentidos demuestra la insensatez de tanta inversión en España en obras de infraestructura.

España se ha convertido en menos de 20 años en el país europeo con más kilómetros de alta velocidad en servicio, casi 2.800, a los que habrá que añadir otros 4.500 en diferentes fases de proyecto.

Empezando con el AVE de Madrid a Sevilla, cuya inauguración coincidió con la Expo del 92, se ha construido una magnifica red de alta velocidad, que pone a España en la vanguardia y hace la infraestructura en mi país, el Reino Unido, aparecer aún más como algo del siglo XIX. Hace poco algunos trenes en Inglaterra (solo tenemos una línea de alta velocidad y es corta y menos rápida que en España) no pudieron operar debido a la ola de calor (que fue bastante menor que en España) que torció las líneas ferroviarias. Y algo similar pasó en el último invierno cuando la nieve cubrió las líneas. Raro es el día en mi país en el que todos los servicios ferroviarios funcionan.

La presión política para que todas las capitales provinciales de Castilla-La Mancha tuvieran una parada de AVE fue nefasta, aunque la conexión del AVE entre Toledo, Cuenca y Albacete no haya supuesto un coste adicional dado que la obra ya era necesaria para la llegada de la alta velocidad a Valencia. Sin embargo, habrá que mantener un servicio para tan pocas personas desde que se pusieron en marcha los trayectos en diciembre 2010.

Según Enrique Urkijo, el director general del área de viajeros de Renfe, el balance de los seis meses de servicio directo entre las tres ciudades castellano-manchegas ha sido “un desastre”. El servicio cuesta a Renfe 18.000 euros diarios.

Cada kilómetro de vía de AVE supone un gasto de construcción de entre 12 y 30 millones de euros, en función de las dificultades geológicas en cada tramo, y el mantenimiento de cado uno de esos kilómetros cuesta 100.000 euros al año, que se elevan a 200.000 euros en el caso de las obras en los túneles.

La política de alta velocidad para todos, cueste lo que cueste y sin tener en cuenta la utilidad de cada trayecto, solo se ha cuestionado por parte del PSOE y el PP con la llegada de la crisis. Igual pasó con la construcción de tantas viviendas. Como se lamentó Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España, en el Congreso el mes pasado,”Si se hubiese escuchado lo que estuvo diciendo el Banco de España durante mucho tiempo, por ejemplo durante la burbuja inmobiliaria, mientras diferentes Gobiernos y opiniones decían que no pasaba nada …”.

El Banco de España lanzó la primera advertencia sobre la sobrevaloración de las viviendas en 2003, cinco años antes de estallar la burbuja.

Igualmente indignante es el despilfarro de las administraciones autonómicas en obras públicas emblemáticas, como, por ejemplo, el aeropuerto de Lleida (95 millones de euros), uno de los menos usados (dos vuelos regulares semanales); el aeropuerto de Castellón (150 millones de euros) con pistas sin aviones porque carece del permiso de Fomento; el Campus de la Justicia en Madrid con un edificio abandonado hace un año y la Cidade de Cultura en las afueras de Santiago, concebido en 1999 y aún sin terminar (más de 148.000 metros cuadrados han consumido 400 millones de euros).

Por un lado, España creó durante los años de vacas gordas una infraestructura de transporte (líneas ferroviarias, carreteras y autopistas) de primera categoría, y, por el otro, subió cada año la tasa del abandono escolar temprano hasta el año pasado cuando bajó por primera vez del 31,2% hasta 28,4%.

En la década dorada, los chicos (más que las chicas) podían dejar las aulas después de los 16 años con cierta facilidad y encontrar un trabajo, especialmente en el sector de la construcción. Con tanto desempleo hoy los jóvenes no tienen más remedio que continuar estudiando después de la educación obligatoria. Incluso con esta bajada significativa, la tasa sigue siendo casi el doble de la Unión Europea.

En Andalucía, la tasa del fracaso escolar es tan alta (del 37%) que la Junta hará una convocatoria de 3.000 becas dotadas con 400 euros mensuales para jóvenes de entre 18 y 24 años que estén en el paro y que tengan además cargas familiares para que completen sus estudios que dejaron en su día.

España no solo saca notas medias mediocres en el informe PISA, que evalúa el nivel de los alumnos de 15 años en comprensión lectora, matemática y ciencias, sino también en lectura digital, como ha revelado un reciente informe. Los chicos han crecido con las nuevas tecnologías y a veces saben descargarse juegos de un iPad antes de aprender a leer, pero eso no significa que sepan usar los medios digitales de forma efectiva. Esto le ocurre al 17% de los alumnos de los 19 países que han hecho la nueva prueba de PISA, pero en España alcanza al 23,1%.

Mientras tanto, en el país vecino, Portugal, el programa de austeridad del nuevo Gobierno contempla la suspensión del AVE entre Lisboa y Madrid. ¡Bienvenido sea!

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