La persistencia rinde frutos: en este caso el descubrimiento por María Isabel Cintas Guillén de unas crónicas desconocidas de Manuel Chaves Nogales publicadas en una revista mexicana en 1938 y más tarde en un periódico inglés, cuando él estaba en el exilio, y que ahora acaban de ser editadas en un bello libro, “La Defensa de Madrid”, de inminente publicación por la editorial Renacimiento. Ningún otro documento que he leído hasta ahora hace tan viva la tragedia de la Guerra Civil.
Cintas, cuya biografía de Chaves Nogales fue publicada hace poco y comentada en esta columna, encontró en una hemeroteca inglesa las crónicas mencionadas en el Evening Standard de Londres. En ellas se aclaraba que la traducción (del castellano original al inglés) la había realizado un amigo de Chaves Nogales. Una vez comprobado que sólo tenía el texto en inglés, y no muy bueno, Cintas encargó la versión al castellano a una traductora. La traducción confirmó que, en efecto, había que buscar el texto original español, ya que el resultado no satisfacía sus expectativas. La versión en inglés era un “desastre que en nada se parecía a lo que Chaves Nogales pudo haber escrito”.
Pero era una búsqueda a ciegas, sin fecha ni lugar, y digna del detective Sherlock Holmes. Por fin, Cintas encontró que en un libro del general José Miaja, persona clave en la defensa de Madrid, se aludía a la publicación en la revista mexicana Sucesos para todos de un trabajo que podría ser el buscado. Un bibliotecario en México encontró los reportajes, pero no todos y, además, en muy malas condiciones. Comenzó entonces un rastreo por hemerotecas del mundo. Pasados algunos meses, llegó un buen día un correo electrónico de una Biblioteca Pública de Nueva York: “los periódicos que busca están muy cerca de usted, en la Ibero-Amerikanisches Institut de Berlín”. Pero había un último problema: estaba el texto completo… excepto la entrega número diez (de los dieciséis). Tras dedicar sin éxito mucho tiempo al asunto, Cintas consideró que era mejor no seguir luchando contra los elementos, al tener el texto del Evening Standard, traducido.
Las entregas del reportaje fueron publicadas en Sucesos entre el 5 de agosto y el 22 de noviembre de 1938, en un momento difícil para el periodista de patas, (en expresión de Pío Baroja) cuando ya tenía en mente su marcha a Inglaterra desde el exilio francés por el avance de las tropas Nazis.
Como bien dice Antonio Muñoz Molina en su espléndido prólogo, el libro, con los dramáticos dibujos de Mendoza, un exiliado español que ya había ilustrado otros trabajos de Chaves, “quema entre los manos.” Todo tipo de personaje pasa por las páginas del libro, desde Francisco Largo Caballero, el entonces presidente del Gobierno, “con su mono de miliciano falso y su sombrero de paja de grotesco caudillo tropical” hasta Wenceslao Carrillo con una ametralladora en cada uno de los balcones de su despacho, y un muchacho que “coge por burla el inútil fusil como si fuese una guitarra y tarareando un paso doble marcha a la cabeza de su pelotón en busca del enemigo.”
En un incidente, los generales Sebastián Pozas y Miaja recibieron a la vez cartas con la orden de no abrirlas hasta una cierta hora, donde iban instrucciones de vital interés para la defensa de Madrid. Afortunadamente ignoraron la orden: “Miaja rasga el sobre y se encuentra estupefacto con una carta en la que Largo Caballero ordena al general Pozas que se retire a Tarancón, a ochenta kilómetros de Madrid, para organizar las nuevas líneas republicanas por si la capital no pudiera resistir,” escribió Chaves Nogales.
En una época, escribe Muñoz Molina, “en la que casi todo el mundo da por supuesto que solo se puede agitar el puño cerrado o levantar la mano abierta, vestir camisa despechugada de nazi o mono postizo de obrero, Chaves Nogales vindica su apostura no heroica de pequeño burgués, de hombre con camisa y corbata.” Había viajado por la Unión Soviética y la Europa nazi y fascista, y era uno de los pocos intelectuales españoles que no cerró sus ojos a lo que estaba pasando. A la altura de Chaves Nogales solo están unos pocos como George Orwell o Stefan Zweig.
Y si esto no fuera suficiente, Renacimiento también va a publicar unas crónicas de la Guerra Civil de Chaves Nogales, con un estimulante prólogo de Santos Juliá. Este libro recoge una selección de artículos publicados en diversos periódicos del mundo entre agosto de 1936 y septiembre de 1939. Algunos aparecieron recogidos dentro de la Obra Periodística de Chaves Nogales (Diputación de Sevilla, 2001), pero otros permanecían inéditos hasta que han sido rescatados para esta edición.
En estos tiempos de austeridad llama la atención que los dos libros cuenten con la colaboración de la Diputación de Sevilla. Pues Chaves Nogales nació en Sevilla y es un icono en su tierra e incluso fuera de ella para algunos. Si sobra dinero en la Diputación (lo dudo), podría estudiar la posibilidad de montar una lápida para él. Murió en Londres en 1944 con solo 46 años de edad y lejos de su familia. Fue enterrado en el cementerio de East Sheen (en el número 19 en la sección CR) y no hay nada que indique que allí reposan sus restos.