Un nuevo foco de tensiones se ha abierto en aguas del Mediterráneo entre Chipre, que asume la presidencia de turno de la Unión Europea en julio, y Turquía, cuyo proceso de adhesión a la UE está prácticamente detenido después de seis años, como consecuencia del descubrimiento de unas enormes reservas de gas natural.
El pasado otoño, Noble Energy de Texas descubrió entre 85.000 y 254.000 millones de metros cúbicos de gas natural en la zona económica exclusiva de la República de Chipre (con un 60% de probabilidad de éxito geológico), después de hacer caso omiso a Turquía, que había exigido que se detuvieran las labores de perforación.
Ankara afirma que algunas secciones de los 13 bloques del yacimiento (hasta ahora solo se ha perforado uno) “se superponen con la plataforma continental de Turquía en el Mediterráneo oriental”. Nicosia dice que esas afirmaciones “no tienen base legal ni geomorfológica” y ha sacado a subasta la prospección en otros bloques. Ankara recurrió a la diplomacia de las lanchas cañoneras, envió barcos y submarinos a la zona y amenazó con proporcionar escolta naval a los buques de prospección de la Empresa Turca de Petróleos frente a las costas del norte de Chipre.
El descubrimiento es muy importante: 85.000 millones de metros cúbicos, que es el cálculo a la baja, son suficientes para cubrir las necesidades de gas del millón aproximado de habitantes de Chipre (en ambas partes de la isla dividida desde la invasión turca en 1974) durante más de 100 años.
Chipre lleva decenios negociando con su parte norte, turcochipriota, para reunificar la isla, separada desde la invasión turca en 1974. En caso de fracasar las negociaciones para la regulación de la situación en Chipre, Turquía no descarta la anexión de la parte norte de Chipre.
En 2004 se incorporó a la UE toda la isla, pero el acquis communautaire solo es válido para la parte sur, no para la República Turca del Norte de Chipre (el 36% del territorio), que carece de reconocimiento internacional. La UE en su conjunto tiene en suspenso desde diciembre de 2006 aproximadamente la mitad de los 35 capítulos de las leyes de la UE que Turquía debe respetar, porque Ankara se niega a abrir sus puertos y aeropuertos al tráfico grecochipriota, es decir, reconocer la República de Chipre, mientras no se haga algo para mitigar el aislamiento de la RTNC; algunos de dichos artículos están bloqueados de forma individual por Francia y Chipre.
Por otra parte, las relaciones entre Israel y Turquía, en otro tiempo grandes aliados, se han deteriorado gravemente, debido al ataque israelí contra la flotilla de ayuda bajo bandera turca que trataba de romper el bloqueo de Gaza en mayo de 2010, en el que murieron nueve turcos.
Tel Aviv está estrechando lazos con Chipre. Los Gobiernos chipriota e israelí tienen un acuerdo que define los límites marítimos entre los dos países. La zona de exploración de Chipre roza las aguas territoriales de Israel, al que corresponde alrededor del 20% del yacimiento de gas. También está aumentando la cooperación entre Israel y Chipre en materia de defensa.
Las reservas de gas, y tal vez petróleo, del Mediterráneo oriental, que pueden llegar a ser gigantescas, están reforzando la importancia estratégica de la pequeña isla de Chipre, situada en la encrucijada de tres continentes: Europa, Asia y África. En cuanto Noble anunció el descubrimiento, el Departamento de Estado norteamericano creó la Oficina de Recursos Energéticos (con sede en Nicosia) para subrayar la importancia que Washington da a los recursos energéticos de la región en general y Chipre en particular.
La disputa se desarrolla sobre el trasfondo de la creciente dependencia energética que padece la UE y el significativo papel de Turquía como corredor energético entre Asia Central y Europa. Si Turquía y Chipre tuvieran unas relaciones “normales”, el petróleo y el gas descubiertos frente a las costas de la isla podrían transportarse a Europa a través de la red turca de conductos, pero, en las circunstancias actuales, eso es un sueño imposible.
Los ingresos de los recursos energéticos, suponiendo que el gas fluya algún día, podrían impulsar las interminables e infructuosas negociaciones sobre la reunificación de Chipre, porque podrían ayudar a financiar un acuerdo aceptable para las dos partes. ¡Ojala que esto ocurra!
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