Enfocando conflictos al revés

Vivimos en un mundo loco donde lo que se gasta para evitar y resolver conflictos representa un porcentaje ínfimo del dinero gastado en paliar los efectos terribles de las guerras. Basta comparar el presupuesto del Grupo Internacional de Crisis (ICG por sus siglas en inglés),de 19 millones de dólares, con el reciente llamamiento de la ONU para recaudar 6.500 millones de dólares para los refugiados de Siria, la mayor cantidad jamás solicitada para una sola situación de emergencia humanitaria.

El ICG fue fundado en 1995. Sus analistas cubren unos 50 conflictos vigentes y potenciales en el mundo, desde la división de Chipre en dos partes a raíz de la invasión turca de la isla en 1974 hasta el igualmente interminable problema de la creación de un estado palestino, pasando por Afganistán y no sé cuantos otros países.

El consejo del ICG está presidido por el diplomático americano Thomas R Pickering, un antiguo vicesecretario de Estado para Asuntos Políticos y embajador en varios países, incluyendo Rusia y Israel, y Mark Malloch-Brown, antiguo vicesecretario general de la ONU. En palabras de Kofi Annan, exsecretario general de la ONU, el ICG es “una voz global de la conciencia y una fuerza genuina para la paz.”

Más de 2,3 millones de refugiados han huido de Siria hacia países vecinos desde que estalló la violencia en marzo de 2011, y se estima que otros 6,3 millones de sirios están desplazados dentro del país, aunque el número de los afectados por la guerra es aún mayor. Más de 125.000 personas han perdido la vida en el conflicto.

En los últimos meses, la ONU, la Media Luna Roja Siria y otras organizaciones humanitarias internacionales y nacionales en Siria han alimentado a 2,4 millones de personas al mes, han vacunado a más de 1 millón de niños contra el sarampión y la polio, han llevado agua potable a más de 9 millones de personas y han ofrecido materiales básicos de ayuda a casi 920.000 personas. Pero esto no es suficiente y la situación se agrava.

Con el llamamiento de la ONU, las organizaciones humanitarias pretenden aumentar sus operaciones y alimentar a 4 millones de refugiados sirios y 420.000 palestinos, inmunizar a 1,7 millones de niños, ofrecer atención sanitaria a unos 7 millones de personas y agua potable a unos 10 millones.

El llamamiento llega después de que la Unión Europea anunciara una contribución de 400 millones de dólares para la emergencia siria hasta finales de año. Esta donación es también la mayor que se ha recibido para esta emergencia.

Uno de los aspectos más tristes del conflicto en Siria -y es solo uno de muchos— es la situación de decenas de miles de niños refugiados que han abandonado su educación. El otro día vi en un programa de la BBC a un chico de 12 años que llevaba más de un año sin ir a la escuela y que aún no sabe escribir y leer. Se está creando una generación desesperada con consecuencias imprevisibles.

Gastar tan poco en intentar resolver conflictos y tanto en mitigar sus efectos, es colocar el carro delante de los bueyes. Uno se pregunta que ocurriría si el ICG recibiese 6.500 millones de dólares y la ONU 19 millones de dólares.
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