Globalización: un cuchillo de doble filo

Vivimos en una aldea global, y cuanto más global el mundo, mayores los riesgos sistémicos.

El colapso del banco americano Lehman Brothers en 2008 provocó la crisis financiera global. Una sola persona, Liu Jianlub, un médico chino que había tratado personas con el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), infectó en 2003 a 8.400 personas de 30 países después de hospedarse en un hotel en Hong Kong. Otros huéspedes que habían tenido contacto con él en el comedor o en los pasillos regresaron a sus casas por avión e infectaron a más gente. Se evitó una pandemia de milagro. En 2010 la erupción del volcán Eyjafjallajokull en Islandia dio lugar a la cancelación de miles de vuelos en todo el mundo durante seis días por temor a que las partículas de cenizas volcánicas crearan problemas a los motores de los aviones. La inundación de fábricas en Tailandia en 2011, después de cuatro tormentas tropicales violentas, resultó en una reducción del 28% en la producción de unidades de disco duro en todo el mundo y paralizó las operaciones de Toshiba y Western Digital, empresas situadas fuera de Tailandia.

Estos son solo algunos de los ejemplares del mundo crecientemente interconectado y integrado citados en el libro, The Butterfly Defect: how globalization creates systemis risks, and what to do about it (“El defecto mariposa: cómo la globalización crea riesgos sistémicos y qué hacer”) de Ian Goldin y Mike Mariathasan, publicado por Princeton University Press.

El riesgo más conocido es el financiero pero hay muchos otros, todos tratados con rigor por los autores. Son los riegos en las cadenas de suministro, en infraestructuras, ecología, salud (pandémicos) y los riesgos sociales.

La globalización y la más estrecha integración de los países de desarrollo en la economía global han dado lugar a saltos sin precedentes en el desarrollo humano y social. La expectativa media de vida se ha incrementado en 20 años en las últimas cuatro décadas, el alfabetismo de los adultos ha subido del 50% al 75% y el número de personas que sobreviven con un ingreso de menos de un dólar al día se ha reducido en 300 millones, aunque la población mundial ha crecido en unos dos mil millones de habitantes.

Pero, a la vez, la desigualdad de ingresos ha crecido. Esta es la cara más fea de la globalización y un tema caliente y políticamente muy sensible a juzgar por las superventas del reciente libro de Thomas Pikety sobre el tema.

Los ingresos promedios han subido en países enormes como China e India pero globalmente hay más desigualdad. Más globalización parece estar asociada con más desigualdad. Hay algunos plutócratas, un colectivo conocido como el “uno por ciento” (el uno por ciento más adinerado posee el 46% de todos los activos globales, según un informe de Crédit Suisse), que tienen más patrimonio que el producto interior bruto de algunos países. Lo que no se sabe con certeza es si en un mundo desglobalizado habría menos o más desigualdad.

España, por ejemplo, ha incrementado su desigualdad, medida por el coeficiente de Gini armonizado de la renta disponible de hogares equivalentes de la UE, desde 0,313 en 2006 a 0,344 en 2010 y a 0,350 en 2012, según Eurostat. Dicho coeficiente mide la desigualdad en la distribución de la renta, que oscila entre 0, en que todas las personas tienen la misma renta disponible, a 1, en que una sola persona detenta toda la renta disponible.

España es hoy el segundo país más desigual de la UE, tras Letonia (0,357) y por delante de Portugal (0,345), Grecia (0,343) e Irlanda (0,330), y lejos de Italia (0,319), Francia (0,305) y Alemania (0,283), siendo Noruega (0,227) el más igualitario.

El ingreso medio del 10% más rico de la población española fue 13,8 veces más alto que el del 10% más pobre en 2011, en comparación con 8,4 veces en 2007, y era el tercer nivel más alto entre los 34 países de la OCDE después de Grecia y México.

Mientras tanto, el número de ricos residentes en España aumentó en 2013, pese a que la economía volvió a caer. Según el informe anual sobre la riqueza en el mundo que anualmente publica la consultora Capgemini y el Royal Bank of Canada, los españoles que disponen de más de un millón de dólares disponibles para invertir han crecido un 11,6%, hasta los 161.400 durante 2013. Desde 2008, el número de individuos con grandes patrimonios en España ha crecido un 27%, a pesar de los descensos registrados en los años 2010 y 2011.

Los autores concluyen con argumentos convincentes que las instituciones como el Fondo Monetario Internacional, creadas después de la Segunda Guerra Mundial y el Banco de Pagos Internacionales (fundado en 1930), han dejado de ser aptas para gestionar el riesgo sistémico. Vivimos en un mundo mucho más complejo.

Paradójicamente, la globalización es la causa de riesgo sistémico, porque es un factor inherente a la misma, y su solución requiere más coordinación y transparencia.
http://www.elimparcial.es/noticia/139866/Globalizacion:-un-cuchillo-de-doble-filo.html