Chipre sin solución

Las elecciones presidenciales del próximo domingo (18 de abril) en la República Turca del Norte de Chipre (RTNC, no reconocida internacionalmente) serán determinantes para el futuro del único país europeo dividido y el segundo en el mundo después de Corea.

Mehmet Alí Talat, el líder de la RTNC, que lleva 19 meses (70 reuniones) negociando la reunificación de la isla con Demetris Christofias, el presidente greco chipriota de la República de Chipre sin señales de progreso significativo, se enfrenta a Dervis Eroglu, cuyo Partido de Unidad Nacional derrotó al Partido Republicano Turco de Talat en las elecciones legislativas hace un año. Eroglu es más partidario de la creación de dos Estados y, según las encuestas, es el favorito para ganar incluso en la primera ronda.

La tragedia de Chipre, dividida desde la invasión turca en 1974 (en respuesta a la violencia ínter comunal y a un fallido golpe militar para incorporar Chipre en Grecia), fue gráficamente expuesta hace dos semanas en una emotiva exposición de fotos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, bajo el título “Famagusta. Una ciudad europea fantasma”. Chipre es miembro de la Unión Europea desde 2004, pero el acquis comunitario no se aplica en la RTNC.

Famagusta, en el norte de la isla, está ocupada desde 1974 por el ejército turco, lo que obligó a miles de habitantes a convertirse en refugiados en el sur de la isla. La ciudad, antes el principal foco de atracción turística y de gran valor arqueológico y cultural, se sumió por entonces en un abandono progresivo y un olvido contra el que todavía se lucha.

Los asuntos más espinosos, como la propiedad, las garantías militares, la situación de los colonos venidos de Anatolia, la división del territorio en una “federación bi-zonal y bi-comunal basada en igualdad política con dos estados constituyentes, bajo un gobierno federal” y la retirada de más de 30.000 soldados turcos no se han negociado en profundidad. Según la declaración conjunta del 30 de marzo, se ha logrado un “progreso importante” sin especificar cuál. Ambas partes actúan bajo el principio de que no habrá acuerdo hasta que no se esté de acuerdo en todo.

Talat cree que las negociaciones para la reunificación de Chipre étnicamente dividida se acabarían si pierde las elecciones contra Eroglu y esto echaría por tierra la oportunidad que tiene Turquía de incorporarse a la Unión Europea, dañaría las relaciones entre Grecia y Turquía, agitaría la inestabilidad y debilitaría el crecimiento económico en el Mediterráneo Oriental. Podría ser una táctica de alarma para ganar votos, pero es difícil creer que Eroglu podría lograr lo que no ha logrado Talat. Christofias, cuyo partido AKEL es de origen comunista, y Talat están mucho más en sintonía y a favor de una solución que sus predecesores, y no solo por razones ideológicas. Sus negociaciones se consideraban como una “oportunidad única,” ya tristemente perdida.

Según algunos diplomáticos, Christofias no se ha tomado en serio la fecha tope no oficial de 18 de abril, bien porque cree ingenuamente que Turquía es omnipotente y puede asegurar la reelección de Talat (lo cual no es verdad), bien porque no tiene el coraje político de hacer frente a su oposición domestica sobre las negociaciones para la reunificación. Desde el otoño pasado cada vez que los dos líderes lograron progreso sobre algún asunto, los greco chipriotas pusieron el freno.

Llama la atención que Christofias hizo poco para ayudar a la reelección de Talat, tal vez por no ser acusado de ingerencia en los asuntos del RTNC. Sin embargo, si gana Eroglu, más “nacionalista” que Talat, y éste se pone menos flexible podría echar la culpa al RTNC de la falta de un acuerdo y liberarse de la ira de la comunidad internacional (cuya paciencia esta perdiendo). Dado que resolver la reunificación es uno de sus prioridades, Christofias sí tiene una cierta responsabilidad hacia la reelección de Talat.

Eroglu no tendrá más remedio que seguir negociando, en parte por la presión de la comunidad internacional y en parte porque muchos turco chipriotas, en particular los que nacieron después de 1974, quieren una solución y no el aislamiento permanente y la consolidación del status quo actual. Cualquier acuerdo tiene que someterse de nuevo a referendos en ambos lados de la Línea Verde, de cuyo mantenimiento se ha ocupado la ONU durante 36 años. La ONU no puede abandonar Chipre a su suerte, pero la verdad es que en el siglo XXI y en un país de la Unión Europea es una vergüenza para la comunidad internacional que haga falta tal presencia.

En el referéndum de abril 2004, el Plan Annan, del anterior secretario general de la ONU, fue mayoritariamente aceptado por los turco chipriotas (el 65%) y masivamente rechazado por los greco chipriotas (el 76%). Muchos greco chipriotas consideraban que cualquier acuerdo de reunificación sería un juego de suma cero cuyo coste político y económico correría de su cuenta, y aún más después de seis años disfrutando su pertenencia a la Unión.

Miguel Moratinos conoce el problema de Chipre profundamente y se ha comprometido en un gesto de diplomacia itinerante en su capacidad de ministro de Asuntos Exteriores del país que ostenta la presidencia de la Unión, en intentar acercar a greco chipriotas y turcos, pero sin éxito. Hoy, más que nunca, hace falta encerrar a los cuatro líderes de Chipre, RTNC, Turquía y Grecia en el mismo cuarto hasta que lleguen a un acuerdo, pero ni siquiera hay acuerdo unánime en verse todos juntos porque es más complicado de lo que parece en estos momentos.
http://www.elimparcial.es/opiniones_autor/3515.html