Hace solo 22 años los estados comunistas gobernaban en un tercio de la superficie del mundo. Parece que ha pasado un siglo. Hoy el único país realmente comunista es Corea del Norte del loco Kim Jong-il (China, Vietnam y hasta cierto punto Cuba están siguiendo caminos capitalistas en su desarrollo económico pero con poca apertura política).
En noviembre de 1989 el Muro de Berlín cayó y abrió la puerta al cambio en Europa de Este y Central y en 1991 Mijaíl Gorbachov tumbó el comunismo en la Unión Soviética. Esta terrible ideología alcanzó su cenit con Stalin, brillantemente expuesto en una nueva traducción al inglés de la novela, Everything Flows, de Vasily Grossman, que cuenta la vida de un hombre que, después de la muerte del dictador sanguinario en 1953, intenta buscar su lugar en un mundo moralmente en bancarrota tras pasar 30 años en un Gulag.
El colapso del comunismo ha dado lugar a la acumulación de una enorme cantidad de información, mucha de lo cual son documentos secretos guardados en archivos que se han abierto ahora. Esta mina de información ha sido explotada por los historiadores británicos Robert Service, Archie Brown y David Priestland en sus respectivos libros. Service y el italiano Silvio Pons son los editores del estupendo Dictionary of 20th Century Communism (“Diccionario del Comunismo del Siglo XX”), publicado por Princeton University Press, que, con más de 400 entradas en 900 páginas y referencias cruzadas, presenta el comunismo como un fenómeno histórico global. Es un libro indispensable para entender el alcance de esta nefasta doctrina y de gran utilidad para cualquier persona interesada en una de los plagas del siglo XX, junto con el fascismo.
La primera entrada es la guerra de Afganistán y la última (en la Z) el Sionismo. Con respecto a España hay dos excelentes y concisas entradas de cuatro páginas cada una y ambas escritas por Antonio Elorza, una sobre el Partido Comunista Español (PCE) y la otra sobre la Guerra Civil. La entrada sobre el eurocomunismo incluye a Santiago Carrillo en ella y la que habla sobre Trotsky, al español Ramón Mercader, su asesino.
El PCE pensó que iba a ser premiado por su valiente lucha contra el régimen franquista — mucho mayor que la de los socialistas — con un número significativo de escaños en las Cortes en las elecciones del junio del 1977, pero solo ganó 20, gracias a la sensatez de los votantes, y hoy pinta muy poco (vía Izquierda Unida).
El artículo sobre la Guerra Civil es admirablemente imparcial, como tiene que ser en una obra de esta naturaleza. Mientras “la exterminación del enemigo fue uno de los factores detrás del golpe militar y los abusos de las fuerzas de Franco se mantendrían firmes a estas metas iniciales, en el bando republicano la represión fue en gran parte producto de la ira popular, a la que el gobierno republicano intentó darle una forma judicial (tribunales populares). Además, grupos radicales sembraron su propio tipo de terror, muchas veces de naturaleza anticlerical.” Elorza estima el número de ejecuciones después de la guerra en los años 40 en 50.000 en comparación con las 35.000 ocurridas durante el conflicto.
Hay interesantes entradas sobre deporte — usado por Lenin desde el principio de la revolución rusa para propagar los ideales socialistas y como un medio de controlar las masas y reglamentarlas — espías y hasta el heroico compositor Dimitri Shostakovitch, una figura central en la música rusa quien, a diferencia de Igor Stravinsky, no emigró y sufrió las consecuencias. Entre su música está “Salud España”, compuesta en 1936, después de que su opera, “Lady Macbeth of Mtsensk”, fuera severamente criticada por Stalin en un editorial en Pravda y, temiendo por su vida, buscó su recuperación con algo más al gusto del dictador. “Salud España” fue compuesta para una obra que recrea la figura de Dolores Ibarruri en el personaje de una madre que entrega sus tres hijos a la causa republicana.
Los editores del diccionario nos recuerdan que aunque el mundo de hoy es muy distinto al que dio lugar a la Revolución rusa de 1917, las circunstancias que movieron a los comunistas a incrementar su influencia — pobreza, desigualdades, desempleo, falta de movilidad social, conflictos nacionales y mala educación — no han desaparecido.