Armenia y Turquía: vecinos lejanos

Muchos armenios se levantaron por la mañana y la primera cosa que hacen es ver con melancolía el monte Ararat, localizado en territorio histórico de Armenia en Turquía, a unos 30 Km. al sur de su país. En un día claro y desde Yerevan, el capital del hoy pequeño Armenia (población de 3,3 millones), Ararat, identificado en el Libro de Génesis como el lugar en el que se posó el Arca de Noé, emerge magníficamente con su pico cubierto de nieve. Los armenios están acostumbrados a ver el monte desde lejos porque la frontera con Turquía esta cerrada desde 1993.

Turquía y Armenia, con el apoyo de los Estados Unidos y Rusia, firmaron hace un año en Zurich protocolos para normalizar sus relaciones y poner fin a uno de los más espinosos disputas no resueltas desde el colapso de la Unión Soviética. Turquía, un gigante país musulmán con una población de más de 75 millones y candidato a ser miembro de la Unión Europea, cerro su frontera con Armenia, un país cristiano, en apoyo a su aliado Azerbaijan que estaba enfrentado con Armenia sobre el enclave de Nagorno-Karabaj (unos 30.000 murieron en la guerra). Desde entonces, los parlamentos de dos países no han logrado ningún avance en ratificar los protocolos, paso esencial para establecer relaciones diplomáticos. Serzh Sarkisian, el Presidente de Armenia, congelo en abril el proceso de ratificación de los protocolos.

Por un lado, Ankara insiste en la retirada de tropas armenios de áreas de Azerbaijan cercanas a Nagorno-Karabaj y una resolución del conflicto, mientras la diáspora armenio (armenios que viven fuera de Armenia y Nagorno-Karabaj y influyentes en países como Estados Unidos y Francia) estimado en unos 8 millones de personas (más del doble de la población de Armenia) exige una disculpa por Ankara de la masacre entre 1915 y 1917 de 1,5 millón de armenios, cometido durante la Primera Guerra Mundial y en plena desintegración del Imperio Otomano. La diáspora es más exigente sobre el tema de la matanza que la población en Armenia.

Turquía niega tajantemente que aquello haya sido un genocidio, a diferencia del Parlamento Europeo, los parlamentos de 14 países y el Vaticano, que han condenado la masacre, y Barack Obama cuando era un senador. En abril Obama evitó mencionar la palabra “genocidio” en el aniversario del masacre para no herir sensibilidades en Turquía. Ankara mantiene que entre 300.000 y 500.000 armenios, y al menos otros tantos turcos, murieron en un conflicto civil cuando los armenios tomaron las armas en el este de Anatolia para apoyar a las tropas invasoras rusas, durante la Primera Guerra Mundial.

Armenia es un tema vivo en mi casa porque mi mujer es un cuarta parte armenia (por el lado de su abuela cuya familia emigro desde Tokat, en Turquía, a Egipto al finales del siglo X1X cuando empezo la matanza de armenios). Hace poco realizamos un sueño de irnos a Armenia, siendo Sonia la primera miembro de su familia de visitar el país en muchas generaciones.

Armenia fue el primer país del ex Unión Soviética de independizarse (en 1991) y, menos conocido, se destacó como la primera nación en adoptar el cristianismo como religión oficial en los primeros años del siglo IV. Nunca hemos visto tantas iglesias y monasterios, muchos de los cuales han sido o esta siendo restauradas como Tatev, encima del valle profundo del río Vorotan. Llama la atención que el cristianismo en Armenia sobrevivió 70 años de comunismo y hoy es muy fuerte. Yerevan tiene una nueva y enorme catedral desde 2001.

Una visita al monumento al genocidio y al museo al lado es obligatoria para los armenios, sean armenios puros o no. Dado que no me considero en lo más mínimo un experto sobre el tema del genocidio, aunque escribo de vez en cuando sobre Turquía (y apoyo activamente su ingreso en la Unión Europea si cumple con todas las condiciones, cosa aún muy lejos hoy), siempre he sido muy cuidadoso en este asunto. Pero después de ver la documentación en el museo y los fotos de muertos y de niños y mujeres hambrientos, me inclino más en usar la palabra genocidio en vez de masacre o matanza.

La provincia de Sivas, colindante con Tokat, fue uno de los más castigados. Según las cifras en el museo, el número de armenios viviendo en Sivas bajo de 225.000 en 1914 a 16.800 en 1922 — 208.200 personas murieron o fueron deportados. Otro panel cuenta que en 1914 había 2.549 iglesias en Armenia Oriente (en el Imperio Otomano, hoy en Turquía) y en 1974, según cifras del UNESCO, de los 913 aún intactas después de 1923 (cuando la República de Turquía fue fundado) 464 habían sido destruidos por completo, 252 quedaron en ruinas y 197 necesitaban reparación.

Turquía permitió el mes pasado la celebración en su territorio de la primera misa armenia en 95 años en la iglesia de la Santa Cruz, santuario que durante siete siglos fue una de las cuatro sedes de la Iglesia Apostólica Armenia. Pero la prohibición del Gobierno turco de colocar para la ocasión una cruz en el techo de la iglesia, alegando razones técnicas aunque la iglesia lleva tres años de restauración, causó indignación entre fieles, muchos de los cuales boicotearon el acto. Solo asistieron al acto alrededor de un millar de fieles. Encima Ankara negó abrir la frontera para dejar pasar más personas.

La misa fue presentada por el Gobierno como un signo de la creciente apertura religiosa, pero la apertura a la oración en la iglesia solo podrá realizarse una vez al año, algo que sueña más de un truco publicitario que la sostenida tolerancia de otros fes pedido por la Unión Europea.

A diferencia del Holocausto, el “genocidio” de armenios no ha tenido su juicio de Nuremberg. Han pasado ya casi un siglo y no parece que Turquía esta dispuesto disculparse o reconocer culpabilidad, a diferencia de Alemania por el Holocausto. Un factor importante es el temor de Ankara que una disculpa abrió la puerta a masivas reparaciones para armenios que perdieron sus propiedades y bienes.

Para los armenios el “genocidio” no es historia. Es algo aún muy presente. ¡Que una comisión de historiadores de los dos países estudian el tema del “genocidio” y se ponen en acuerdo!

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