¿Tendrá España algún día un “Tunisami”, el juego de palabras usado por los egipcios para llamar a su protesta popular en contra de los 30 años en el poder de Hosni Mubarak? Es cierto que la revolución en Egipto se inspira en Túnez y el derrocamiento de su Presidente, Ben Ali, esta teniendo un impacto en el mundo árabe equivalente a un tsunami, pero ¿qué tienen que ver estos dos países, y tal vez otros de la región, con España salvo compartir un pasado islámico (en España entre 711 y 1492)?
Por supuesto, España no es un país autoritario, sumamente corrupto ni con un Presidente que lleva varias décadas en el poder. Ni tiene una policía secreta que tortura y hace desaparecer a los disidentes o una masa hambrienta de la población. Pero España sí comparte un rasgo preocupante con Túnez y Egipto: tiene una altísima proporción de la población por debajo de los 30 años que no tiene empleo, un alto segmento de lo cual tiene un bajo nivel de estudios. Los jovenes tunecinos y egipcios, enganchados al Facebook y otras redes sociales por Internet, están jugando un importante papel en las revoluciones en sus países. ¿Podría pasar algo similar aquí?
Casi la tercera parte del total de parados de la zona euro viven en España (unos 4,7 millones de personas). La tasa del desempleo del 20.3% es el doble de la zona euro (y del conjunto de la Unión Europea). Lo mismo sucede con el paro juvenil: la tasa de desempleo de menores de 25 años en España es de casi el 43% (unos 900,00 personas).
Acertó Dominique Strauss-Kahn, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) cuando alertó del riesgo de estar ante una “generación perdida” destinada a sufrir durante toda su vida las peores condiciones laborales.
Basta comparar las cifras de desempleo de Alemania, otra vez el motor de la economía de la UE, con las de España (el enfermo de Europa). Con una población de casi 82 millones, Alemania tiene una tasa de desempleo del 7.4% (3,1 millones de personas), mientras que España, con una población de 46 millones, tiene una tasa de desempleo casi tres veces mayor. La tasa en Alemania es la más baja en 18 años y la tasa en España la más alta en 13 años.
No sorprende que los teléfonos de la oficina en Madrid de la empresa Eures no hayan dejado de sonar, desde que los servicios públicos de empleo de España y Alemania anunciaron a través de la red europea Eures, que fomenta la libre circulación de trabajadores en toda la Unión Europea, una acuerdo para facilitar más activamente la contratación de españoles para trabajar en Alemania.
La economía alemana, que creció el 3,6% en 2010 (la española quedo en recesión) necesita, en palabras de la página web de la Embajada alemana en Madrid, “personal cualificado español para trabajar en Alemania para los sectores de sanidad, ingeniería, docencia, hostelería y turismo.” Este programa evoca los duros años 50 y 60 cuando hubo una masiva emigración española a Alemania. ¿Se va a repetir?
Es dudoso porque para poder acogerse a este programa, es imprescindible poseer “como mínimo un nivel intermedio de alemán.” Esto reducirá drásticamente la bolsa de potenciales candidatos: muchas de estas personas ni siquiera tienen un nivel bajo de alemán.
Aunque España tiene un alto nivel de desempleo juvenil, la proporción de la población total entre 14 y 29 años es relativamente baja en comparación con la de los países de África de Norte. El porcentaje es 17,2% en España, 27.2% en Túnez (con una población de solo 10 millones) y 28,6% en Egipto (con una población de 80,5 millones).
El “problema” demográfico en España reside en el otro extremo de la pirámide poblacional — es una población que está envejeciendo. Los mayores de 65 años, que hoy representan el 16% de la población, serán el 32% en 2050, según los datos del INE. El número de pensionista en España aumentará de 8,6 millones a 15,3 millones en el año 2040, según las últimas previsiones. En España la edad media es de 40 años en comparación con 24 años en Egipto y 30 años en Túnez.
El aumento en el número de pensionistas explica, en parte, la necesidad del pacto sobre el sistema de pensiones para hacerlo más viable. El otro factor, y más preocupante, es la bajada en el número de cotizantes desde 2007, debido al enorme incremento en el paro. Y allí están los jovenes desempleados, entre otros segmentos sin trabajo. No tienen trabajo hoy y tendrán pensiones bajas en el futuro por haber cotizado muy por debajo del número de años necesarios para conseguir una pensión mínimamente decente.
La pasividad de los jovenes en España ante su panorama desolador siempre me ha sorprendido. Nadie en 2010 pronosticó la revuelta en Túnez, y menos que la chispa iba a ser el suicidio del universitario-frutero Mohamed Buazizi. Así que no voy a pronosticar lo que podría pasar aquí.
http://www.elimparcial.es/sociedad/un-tunisami-para-espana-78759.html