La familia, bastión de solidaridad

Si no fuera por la fortaleza de la familia en España, estoy convencido que el país no sería capaz de aguantar su profunda crisis con casi 5 millones de parados sin más disturbios y marginación social. No es casualidad que las protestas de los jóvenes indignados en mi país, el Reino Unido, donde la vida familiar corre el riesgo de extinguirse algún día, han degenerado en vandalismo, saqueo y hasta muertos mientras en España los indignados ha sido bastante más pacíficos.

Bienvenido sea el riguroso estudio de Gerardo Meil, Individualización y Solidaridad Familiar, publicado por la Obra Social de La Caixa, y chapeau a esta caja de ahorros por mantener su colección de estudios sociales en estos tiempos tan tormentosos para las cajas y de vergüenza en algunas como NovaCaixaGalicia con sus contratos blindados millonarios para algunos ejecutivos, a pesar de su pésima gestión que ha dado lugar a varias nacionalizaciones a costa de los contribuyentes.

La familia sigue siendo una fuerte red de apoyo, amortiguadora de las tensiones que engendra la agitada vida cotidiana. Según una encuesta hecha en España, Alemania, Francia, Rumania, Hungría y Bulgaria, España lidera en varias normas de solidaridad entre las generaciones. Por ejemplo, el 84% de personas consultadas creen que los padres deberían ayudar económicamente a sus hijos ya adultos si tienen dificultades económicas y el 94% creen que los hijos deberían ayudar a sus padres cuando pasa algo igual.

Pero algo está cambiando. Aunque la mayoría de la población tiene una concepción muy “familiarista” de la solidaridad intergeneracional (56%), la población más joven y con mayor nivel de estudios son quienes menos partidarios de la familia se muestran. Esta circunstancia, cuenta el autor, induce a pensar que se está produciendo un cambio generacional.

Casi el 70% de jóvenes de 18 a 29 años convive con sus padres o suegros en el mismo hogar en comparación con casi 80% en Eslovaquia y el 25% en Finlandia. Son datos de 2008 y es probable que la proporción hoy sea mayor, debido al impacto de la crisis (alto paro juvenil y precios inaccesibles de la vivienda). No solo conviven una alta proporción con sus padres, sino que también cuando no conviven en el mismo hogar viven más cerca de ellos que en los países del centro y el norte de Europa. Nada menos que el 70% de los hijos emancipados residen a menos de 5km de distancia de los padres de 50 o más años.

Yo vivo en una colonia en Madrid donde muchos de mis vecinos son abuelos, y los veo ayudando a sus hijos y nietos. Dos tercios de los españoles creen que los abuelos deberían cuidar de los nietos cuando los padres no pueden hacerlo. Si mañana los abuelos hicieran una huelga de brazos caídos, este país se paralizaría. Gracias a ellos muchas mujeres (más que hombres) han podido incorporarse al mercado laboral, sin tener que gastar dinero en el cuidado de sus hijos.

Otra cosa es si los hijos de hoy van a cuidar a sus padres como sus padres han cuidado de los suyos. Ya hay muchas inmigrantes cuidando a gente mayor. En mi país tenemos fama de cuidar mejor a nuestros animales domésticos que a nuestros padres — por eso hay tantas residencias para ancianos. Y esto lo dice alguien que adora a los gatos.

La hija de mis vecinos más cercanos, Juan y Mari Carmen, tiene otro hijo de unos pocos meses. Escribí sobre el primer nieto hace más de dos años y vi cómo los abuelos tenían todo en su casa tan bien organizado como en un hotel — cuarto para Iñigo junior (preparado por Juan que es muy manitas), comidas y cenas preparadas y hasta la cama hecha (por Mari Carmen) — que no me hubiera sorprendido si los padres se hubieran decidido a vender su piso para quedarse allí para siempre, aunque viven a solo 500 metros de distancia.

El primer nieto, con menos de tres años, ya ha empezado la educación preescolar (desde las 8 horas hasta las cinco de la tarde, pobrecito) y el otro pasa gran parte del día con sus abuelos. Su padre viaja tanto que la madre, aún de baja por maternidad, muchas veces duerme en casa de sus padres.

En mi caso, mi madre de 96 años vive sola en Oxford (mi hermano vive a unos 30km) y mis dos hijos de 30 y 29 años, educados en Madrid hasta los 18 años y que luego hicieron sus careras en una universidad británica, trabajan en Londres y Berlín. Así que dudo que cuiden de mí en mi vejez o que yo pueda cuidar a sus hijos algún día.
http://www.elimparcial.es/sociedad/la-familia-bastion-de-solidaridad-94088.html#