Tengo un cariño especial por el Peñón de Gibraltar (en inglés Rock of Gibraltar) por ser el lugar en el que me casé en 1974. La boda se celebraba entre un protestante (yo) y una mujer católica, residentes en España, que no estábamos dispuestos a cumplir los requisitos de sometimiento a la Iglesia Católica que en ese momento exigía el régimen franquista a este tipo de matrimonios.
El concepto de matrimonio civil no existía entonces; así que fuimos en un tren de noche desde Madrid a Algeciras (recuerdo que en el trayecto un comerciante intentó vendernos un anillo de boda) y luego a Gibraltar en barco vía Tánger porque no había manera de cruzar la frontera entre España y este territorio de ultramar del Reino Unido al estar cerrada la Verja entre 1969 y 1982. Nos casamos en el mismo sitio que John Lennon y Yoko Ono.
Gibraltar ha sido un asunto espinoso para España y el Reino Unido desde que fue cedido a Gran Bretaña bajo el Tratado de Utrecht en 1713. En 2004, los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Tony Blair en el Reino Unido crearon el Foro Tripartito del Dialogo para intentar resolver problemas con calma en vez de “diplomacia de megáfono”, tratando todo salvo el tema de la soberanía.
El Foro logró acuerdos útiles sobre el uso conjunto del aeropuerto, pensiones, telecomunicaciones y tránsito del puesto fronterizo y el establecimiento de una sede del Instituto Cervantes (el español que se habla en Gibraltar es más bien spanglish), pero que carece, hasta la fecha, de bandera española ondeando en la fachada del edificio como ocurre en los otros centros del Instituto en el mundo (muy visible, por ejemplo, en Nueva York en la fachada, el salón de actos y en el despacho del director), tal vez para no provocar o por no querer aparecer como “extranjero” como en un país separado.
Sin embargo, sigue habiendo muchos roces sobre aguas territoriales. Buques de la Armada Española y de la Guardia Civil siguen, de vez en cuando, intentando inspeccionar barcos en aguas consideradas como británicas (normalmente por razones de contrabando), y la inscripción en 2009 por la Comisión Europea de unas aguas cercanas a Gibraltar como un espacio ecológico español levantó la ira de los gobiernos del Reino Unido y del Peñón quienes lo consideraron una erosión de la soberanía del territorio que España lleva 300 años reclamando.
Ahora, el gobierno español ha puesto fin al Foro. Era muy previsible que el Partido Popular iba a ser más beligerante con el problema de Gibraltar e intentar tumbar la iniciativa socialista, entre otras razones, para satisfacer al ala más dura (y nacionalista) del partido. Algo similar está pasando con la reformas en Justicia.
El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha pedido que el Foro incorpore a representantes del Campo de Gibraltar, en especial de la Línea de la Concepción, en igualdad de condiciones con el Gobierno del Peñón. “O hay dos partes (España y Reino Unido) o cuatro (con Gibraltar y el Campo), pero no tres como hasta ahora,” sostienen los diplomáticos españoles.
El PP quiere recuperar el denominado Proceso de Bruselas en el contencioso sobre la soberanía, lo que supone el regreso al marco negociador bilateral entre España y Reino Unido que había antes de que el gobierno socialista decidiera abrir el diálogo a un foro a tres bandas. La inclusión de Gibraltar en el Foro en pie de igualdad con dos Estados soberanos sobre temas de cooperación transfronteriza sin la de representantes del otro lado de la frontera, es una línea roja para el Gobierno español.
“En el caso de que se hable de condiciones de los habitantes de uno y otro lado de la Verja, lo normal es que participen quienes tienen interés en esas conversaciones, es decir los habitantes de uno y otro lado de la Verja, cosa que no estaba produciéndose en ese diálogo tripartito,” dijo Soraya Sáenz de Santamaría.
Parece una propuesta sensata para temas de cooperación, pero la idea está erosionando la poca confianza de los llanitos en la buena voluntad de Madrid. Mariano Rajoy no logró ninguna concesión de David Cameron durante su visita a Londres esta semana y parece que está en un callejón sin salida.
El PP también rechaza la insistencia británica en que el reinicio de conversaciones sobre la soberanía del Peñón, bloqueadas desde 2002, y que el PP quiere recuperar, esté condicionado al visto bueno de los gibraltareños que, estoy seguro, siempre será denegado.
Mientras que en el Reino Unido se piensa que la nueva constitución de Gibraltar —aprobada por el pueblo de Gibraltar en Noviembre de 2006 en un referéndum de autodeterminación- genera una relación moderna y no colonial entre el Peñón y Londres, Madrid sigue creyendo que el acuerdo no es otra cosa que una especie de “colonialismo consentido”.
Hace más de 20 años invité a una cena en casa a un amigo, jefe en España del Servicio Secreto de Inteligencia (MI6), y a un distinguido sociólogo español, nacido en La Línea de La Concepción, para quien el Peñón es un anacronismo y un parque temático del colonialismo. Mis dos invitados casi llegaron a darse de bofetadas.
Para muchos españoles, Gibraltar es como una daga clavada en la espina dorsal del país. Yo hice una apuesta en esa cena de que siempre sería así. Por ahora voy ganando.
http://www.elimparcial.es//gibraltar-la-roca-de-la-eternidad-100100.html