Jorge Semprún: la vida y la escritura

Cuando Jorge Semprún (1923-2011) salió del campo de concentración nazi de Buchenwald en 1945, después de dieciséis meses y con 21 años de edad, quería ser escritor pero “el recuerdo del campo era demasiado denso, demasiado despiadado”. Opta por “vivir” como miembro del Partido Comunista de España -entre 1953 y 1962 lo hace de forma clandestina-en el país que había abandonado como adolescente con su padre republicano (de la alta burguesía) y hermanos en septiembre de 1936 pocos meses después de estallar la Guerra Civil. Su madre murió antes de la guerra.

Como a un sinnúmero de antifascistas españoles deportados en campos de concentración por haber luchado en la resistencia, a Semprún su tierra natal no lo esperaba ni lo iba a acoger.

“Tengo que fabricar vida con tanta muerte,” cita Felipe Nieto a Semprún en su libro “La aventura comunista de Jorge Semprún: exilio, clandestinidad y ruptura” (Tusquets), ganador del último Premio Comillas. “Y la mejor forma de conseguirlo es la escritura. En eso estoy: solo puedo vivir asumiendo esta muerte mediante la escritura, pero la escritura me prohíbe literalmente vivir.” La cita viene de un libro de Semprún (publicado en España en 1995) cuando llevaba casi tres décadas como un escritor reconocido, precisamente con el título “La escritura o la vida.”

El ingreso de Semprún en el comunismo español fue la consecuencia natural del contexto histórico de la época y de sus propias circunstancias. Su actividad en la resistencia y la posición ocupada en Buchenwald (Semprún hablaba alemán gracias a su niñera alemana) se habían desarrollado bajo las siglas de la muy disciplinada organización comunista española.

Era muy estalinista (no había otra línea en el partido) y proclive a fomentar el culto a la personalidad, hasta llegar a escribir poemas en homenaje al dictador. Por ejemplo en 1953 escribió un extenso “Juramento español en la muerte de Stalin”, con los versos: “Las banderas de Stalin alzaremos / sobre el radiante provenir de España.”Ante Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, se muestra como un militante imperfecto: “No soy un bolchevique, intento serlo… Yo soy hijo de una clase vencida, / de un mundo derrotado.”

Durante unos 10 años Semprún se mueve por España como pez en el agua, redescubriendo su país y estableciendo contactos en el mundo de la cultura. Entraba frecuentemente en España desde Francia, su país de adopción,bajo varias identidades (la más conocida Federico Sánchez) y con pasaportes falsos, esquivando a la policía. Vivió en distintas casas seguras, incluyendo un piso en la calle Concepción Bahamonde, cerca de donde yo vivo y en donde Semprún escribió gran parte de su primer libro, “Le grand voyage” (“El largo viaje”) publicado en Francia en 1963, después de su retirada de España al finales de 1962 por orden de Santiago Carrillo, secretario general del partido. Julián Grimau, miembro del Comité Central del partido como Semprún, fue detenido ese mismo año y luego ejecutado.

Semprún estuvo en la clandestinidad casi 10 años, y sus únicos escritos eran poemas y artículos para las publicaciones del partido. Resulta que el anfitrión del piso seguro, Manuel Azaustre, era un superviviente de Mauthausen, un campo de concentración aún más brutal que el de Buchenwald (unos 4.700 españoles murieron allí). En las prolongadas sobremesas al final de la cena, Azaustre se explayaba recordando sus historias de los cuatro años de cautiverio en el campo, que Semprún estaba obligado a escuchar pasivamente, forzado como estaba por su rango y actividad clandestina a mantener en secreto su identidad. El relato, sin ahorrar en los detalles más duros, removió los recuerdos ocultos en el fondo de la memoria de Semprún y empezó a escribir.

En 1964, Semprún fue expulsado del partido, junto con Fernando Claudín, por estar en desacuerdo con la línea y la táctica del partido hacia España. Entre los cambios que proponían se consideraba la necesidad de tener una visión más objetiva del país (que por entonces había cambiado bastante), el abandono del sueño de una huelga general (fracasó en 1958), una apreciación más realista de las fuerzas disponibles para derribar el franquismo y más libertad dentro del partido para expresar opiniones.

Años más tarde, en la España democrática, bastantes dirigentes comunistas de entonces reconocieron que los expulsados del partido habían tenido razón en aquellos momentos.

El libro de Nieto está bien documentado pero es algo seco y denso —para una historia tan fascinante y novelesca, en particular la vida clandestina de Semprún en España—, tal vez por ser la continuación y ampliación de su tesis doctoral.

Pero me ha ayudado entender más profundamente por qué Semprún siguió el falso dios del comunismo (luego denunciado) en su primera etapa después de Buchenwald y por qué renunció a la escritura por la vida, y cómo la escritura se incorporó a su vida.
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Mi padre y la Primer Guerra Mundial

Mi padre luchó en Francia en la Primer Guerra Mundial, cuyo centenario se conmemora este año a los cuatro vientos. Con 21 años resultó herido en la batalla del Somme en 1916, una de las más largas y sangrientas, con más de un millón de muertos o heridos en ambos bandos. Fue llevado a Inglaterra para recuperarse y volvió a otras batallas en Francia.

No le gustaba hablar de sus experiencias. De niño (nací en 1951), cuando intentaba sacar el tema solo me hablaba de la enorme cantidad de barro (hasta un metro de profundidad) y de dos hurones (domesticados supongo) que tenía para quitar de las trincheras las ratas que comían a los muertos. Para relajarse del horror, ponía discos de gramófono en su trinchera. En mi muy activa imaginación yo le veía rodeado de bombas, gas mostaza y centenares de caballos muertos escuchando felizmente sus discos favoritos de música clásica (de 78 rpm).

A diferencia del escritor Robert Graves (nacido el mismo año de mi padre), en los últimos años de su vida él no revivía los horrores de la guerra, algo que fui testigo cuando visité a Graves en su casa en Deià, Mallorca, para entrevistarle pero no fue posible mantener una conversación con él.

Por ser el centenario de esta tragedia y el 30º aniversario de la muerte de mi padre con casi 90 años, me he interesado mucho más, no solo por esta supuesta “guerra para terminar con todas las guerras”, sino también por el entorno en Inglaterra antes del conflicto. En el verano pasado, descubrí en un pueblo en las afueras de Oxford, mi ciudad natal, un monumento conmemorativo de la Primera Guerra Mundial con los nombres de otros dos antepasados míos que murieron en Francia.

Gracias al nuevo y cautivador libro de Mark Bostridge, The Fateful Year: England 1914 (“El fatídico año: Inglaterra en 1914”), publicado por Viking, empiezo a entender mejor el mundo que mi padre dejó atrás cuando se alistó, un mundo que nunca volvería a ser igual.

El libro divide el año 1914 en tres partes: los primeros meses (enero-abril) cuando la posibilidad de una guerra civil en Irlanda entre nacionalistas y ulstermen (protestantes partidarios de quedarse como parte de Gran Bretaña), y no con Alemania, fue vista como la principal amenaza; los tres meses siguientes (mayo-agosto) cuando estalla la guerra; y los últimos meses del año con el mundo cambiado para siempre.

El autor cuenta hábilmente algunas historias y eventos de la época: la cuchillada al cuadro “Venus del espejo” de Velázquez por la sufragista Mary Richardson en la National Gallery de Londres; la colonia de poetas, incluyendo Edward Thomas y Robert Frost, establecida en un pueblecito; la celebración de la tradicional fiesta nacional el 3 de agosto (Londres declaró la guerra a Alemania al día siguiente) y la obra de Gustav Holst “Los Planetas” compuesta entre 1914 y 1916 (una de sus piezas más dramáticas, Marte, el dios de la guerra, parece prever la guerra).

Holst se quitó el von de su nombre por miedo a ser identificado como alemán en un momento cuando muchos extranjeros estaban bajo sospecha de ser espías. Un espía alemán de verdad, Carl Hans Lody, fue fusilado en la Torre de Londres, la primera persona en ser ejecutada allí desde 1747. El ambiente era tan antialemán que la obra “Don Juan” de Richard Strauss, programada en un concierto en Londres bajo la batuta de Sir Henry Wood, fue cancelada en el último momento y reemplazada por el “Capriccio Italien” de Tchaikovsky. Hasta el gran compositor Vaughan-Williams fue detenido mientras caminaba en el campo, después de ocurrírsele de forma repentina la cautivante melodía para “The Lark Ascending”. Estaba sentado escribiéndola en su cuaderno cuando un boy scout le acusó de dibujar un mapa para el enemigo. El compositor, cuya sordera durante su ancianidad fue debida a su exposición prolongada a la artillería en Francia, aceptó ser acompañado a una comisaría de policía.

Los Archivos Nacionales británicos se han sumado hace poco al centenario colgando en la Red 300.000 páginas con escalofriantes relatos de soldados que suponen solo una quinta parte del material disponible. No son cartas de los reclutas a sus familias o sus amigos. Son los diarios de la guerra en el frente occidental, en Francia y Bélgica.

He entrado en el fondo documental para ver si hay algún escrito de mi padre. El objetivo es que a final de año estén digitalizadas la totalidad de los 1,5 millones de páginas. ¡Ojalá que encuentre algo!
http://www.elimparcial.es/nacional/mi-padre-y-la-primera-guerra-mundial-133902.html

La historia hispánica de los Estados Unidos

De no haber sido por España, los Estados Unidos, tal como hoy los conocemos, tal vez nunca habrían existido.

En 1513, Juan Ponce de León desembarcó en la costa este del actual estado de Florida, cuya posesión reclamó para la Corona española. En 1526, Lucas Vázquez de Ayllón exploró las costas de Georgia y Carolina del Sur y, en 1539, Hernando de Soto desembarcó en la costa occidental de Florida. Los integrantes de su numerosa expedición fueron los primeros hombres blancos en contemplar el río Misisipí. En 1565, Pedro Menéndez de Avilés fundó San Agustín, en Florida, la ciudad más antigua de EE.UU. habitada sin interrupción. Cuando el buque inglés Mayflower arribó a PlymouthRock (Massachusetts), en 1620, con los peregrinos (pilgrims) la presencia española en EE.UU. estaba ya consolidada.

En la época de la Revolución Americana, casi todas las tierras — hoy de los Estados Unidos — al Oeste del río Misisipí hasta Canadá, pertenecían a España, así como lo que hoy es México (entonces conocido como Nueva España). España era por entonces un aliado de Francia y un competidor económico de Gran Bretaña. Tomó partido por los rebeldes americanos, más por odio a la Pérfida Albión, su vieja rival, que por cualquier entusiasmo por la causa de la independencia, cuya extensión a las colonias de América Latina temía, como así ocurrió.

Parece que Bernardo de Gálvez, el gobernador de Luisiana que organizó la ayuda de España y Francia a los colonos norteamericanos alzados contra Gran Bretaña, va a ser reconocido como héroe nacional. Gálvez conquistó Baton Rouge, Manchack y Natchez, lo que supuso expulsar a los ingleses del Misisipi. Durante su viaje a la Casa Blanca este mes Mariano Rajoy expresó su confianza ante Barack Obama que un retrato de Gálvez pueda colgarse en el Capitolio. Cuenta con el apoyo de dos importantes asociaciones, las Hijas y los Hijos de la Revolución Americana.

En su nuevo libro, Our America: a Hispanic History of the United States (“Nuestra América: un historia hispánica de los Estados Unidos), que será publicado en febrero por Norton (y luego en español por Galaxia Gutenberg), el gran historiador Felipe Fernández-Armesto (de padre español y madre inglesa) cuenta con extensa profundidad y acostumbrada elegancia el poco conocido y fascinante pasado hispánico de los Estados Unidos y el futuro hispánico del país. La gran mayoría de libros de historia de este país son demasiado anglocéntricos.

Cuenta el autor que al entrevistar especialistas postdoctorales para el puesto de profesor de la época colonial de lo que hoy son los EE.UU., hizo la siguiente pregunta furtiva: ¿dónde, en lo que actualmente es territorio de los EE.UU., fue establecida la primera colonia europea duradera y que hoy aún sigue habitada? Nadie cometió la locura de decir Plymouth Rock; algunos dijeron Jamestown, el primer asentamiento permanente inglés, y otros San Agustín. La contestación correcta es Puerto Rico, fundado más de 100 años antes de Jamestown.

Según Fernández-Armesto, el éxito de los españoles en conquistar partes de los EE. UU. se debe a lo que él llama con brillantez el stranger-effect (el efecto de un extraño), y ciertamente los conquistadores parecían como si vinieran de otra planeta y, por esto, fueron tratados como si fueran dioses.

El 4 de julio, Día de la Independencia, es una fecha mítica en los EE. UU. Marca la firma de la Declaración de Independencia en 1776 en la que el país proclamó su separación formal del Imperio británico. Este mismo día, en 1598, Juan de Oñate fundó la ciudad de San Juan de los Caballeros en un sitio donde el Río Chama se une al Río Grande, el primer asentamiento europeo en el territorio central de los EE. UU. Tal vez algún día el 4 de julio sea una fecha de doble celebración: los inicios de la influencia española y británica de los EE. UU.

La historia hispánica en los EE. UU., principalmente la influencia de España y México (que perdió gran parte de su territorio en beneficio de su vecino) y en el siglo XX de otras países como Cuba y las naciones de Centroamérica, es también una historia vergonzante de discriminación en contra de los hispanos, o mejor dicho de actitudes y leyes abiertamente racistas,incluso leyes de apartheid. A partir de los 90 del siglo XIX, por ejemplo, en Tejas y California las escuelas fueron segregadas bajo una política de americanización forzosa.

Las condiciones de vida de los hispanos eran peores que la de los negros. En 1940, en Colorado el 34% de los negros eran propietarios de sus casas en comparación con 11% de los hispanos. Por cada 1.000 nacidos vivos, 65 niños negros morían comparado con 205 niños mexicanos. Presos y pacientes portorriqueños fueron usados como conejillos de Indias humanos en experimentos médicos.

En la última década, la población hispana en los EE. UU. aumentó un 43%, hasta llegar a más de 50 millones (17% de la población), la minoría étnica más grande. Obama ganó las elecciones en 2012 en gran parte debido al voto hispano (71% de votantes clasificados como hispanos votaron por él, según los analistas), en particular en Florida, Nevada, Colorado y Nuevo México.

La minoría hispánica continúa creciendo y jugará un papel cada vez más importante en la vida nacional y políti
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Xenofobia: España, una excepción

Sorprende que España sea casi el único país de la Unión Europea (UE) que no tiene un partido populista de extrema derecha, a pesar de residir en su territorio unos 6,4 millones de inmigrantes (incluyendo 900.000 españoles naturalizados) que representan el 13,5% de la población total, la proporción más alta de las grandes naciones europeas. Veinte de los 28 países de la UE tienen diputados de partidos de extrema derecha en el parlamento europeo, empezando por el UKIP de Gran Bretaña, el más numeroso.

En España residen un millón de rumanos y búlgaros (cifras de 2012) en comparación con solo unos 150.000 en el Reino Unido, 270.000 en Alemania y 90.000 en Francia. Estos tres países tienen partidos xenófobos, pero no España.

¿Por qué? ¿Por ser un país más políticamente correcto (un legado positivo del régimen franquista)? ¿Por haber asimilado los inmigrantes y evitado la creación de guetos urbanos, algo facilitado por el hecho que gran parte de los inmigrantes son de fuera de la UE, hablan español y comparten la misma religión (los de América Latina y los rumanos aprenden español muy rápidamente)?

Desde el primero de enero, los rumanos y búlgaros pueden circular libremente por toda la UE. Los dos países entraron en la UE en 2007. España adoptó un sistema de permisos de trabajo para esas personas para dos años y luego abandonó el sistema. Bajo el efecto llamada de una economía en auge, en particular el sector de la construcción, el número de rumanos en España aumentó espectacularmente desde 6.410 en 2000, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta 868.635 en 2012, el número más elevado después de Italia.

Aunque ya pueden circular y trabajar libremente en la UE, es dudoso que lleguen ahora a España más rumanos y búlgaros debido a la crisis económica. De hecho, empiezan a regresar a sus propios países, aunque los sueldos allí son mucho más bajos.

Temeroso de una avalancha de inmigrantes desde Rumania y Bulgaria, y con el UKIP en auge, David Cameron, el primer ministro británico, aceleró sus planes para acotar la inmigración procedente de todos los países de la UE. Los ciudadanos europeos que recalen en el Reino Unido dejarán de disponer de un acceso automático a los subsidios estatales a partir del 1 de enero, precisamente la misma fecha en la que la UE puso fin a las restricciones para que rumanos y búlgaros accedan al mercado laboral de cualquiera de los Estados miembros.

En una nueva concesión al ala euroescéptica del Partido Conservador, Cameron tramitó por la vía rápida parlamentaria un paquete de medidas que retrasarán por un periodo de tres meses el acceso de otros ciudadanos comunitarios a la asistencia estatal. Sondeos de distintas fuentes coinciden en situar la inmigración como la gran preocupación del electorado conservador en el Reino Unido.

El Partido Popular no tiene una ala euroescéptica; el euroescepticismo, en general, no pinta mucho en España. España ha sido tradicionalmente un país europeísta. Tras décadas de dictadura y aislacionismo, Europa aún significa modernidad y progreso.

Sin embargo esto no quiere decir que la UE tenga una buena imagen en España en estos momentos, algo que no se puede confundir con un eventual deseo de salir de la zona euro. Entre 2004 y 2012, España fue el país de los 27 donde más cayó el porcentaje de ciudadanos con una imagen positiva de la Unión Europea.

Mariano Rajoy ha cumplido con los deseos del ala más derechista de su partido, y en particular la jerarquía reaccionaria de la Iglesia Católica, al presentar el restrictivo anteproyecto de Ley de Aborto; por otra parte, con la torpe política hacia Gibraltar de controles estrictos en la frontera (que no va a conseguir que el Peñón regrese a manos españolas) ha satisfecho a los (ultra) nacionalistas. El proyecto de nueva ley de Seguridad Ciudadana también es una concesión al sector más conservador del PP.

En estas circunstancias, no hace falta seguir el mal ejemplo del Reino Unido e introducir restricciones sobre inmigrantes.
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Amistad peligrosa en una piscina

Acabo de enterarme de que la persona con la que coincidí hace unos años en una piscina, durante una tarde soleada en la casa de un amigo mutuo, fue encarcelada esta semana por cumplir una condena de seis meses por un asunto de gastos fraudulentos. Mi compañero de natación, Denis MacShane, quien conoce España bien, es el quinto miembro del parlamento británico en ser encarcelado desde que estalló el escándalo de los gastos de algunos MPs en 2009.

El caso de MacShane, secretario de estado para Europa en el Gobierno de Tony Blair entre 2002 y 2005, es curioso porque el juez aceptó su versión de lo que pasó y que, a diferencia de los otros parlamentarios, no hubo ningún intento de enriquecerse. MacShane, que se declaró culpable, había contraído gastos genuinos (de unos 12.900 de libras) que podrían ser reclamados legítimamente, según el juez, “pero en vez de ello usted decidió recuperarlos por la vía deshonesta de falsificar la contabilidad.” Presentó 19 facturas falsas.

Igual que en el caso del exministro británico de Energía, Chris Huhne, condenado este año a ocho meses de cárcel por obstrucción a la justicia al negar que cometiera una infracción de tráfico y achacarlo a su entonces esposa, el caso de MacShane ha sorprendido a muchos de mis amigos españoles acostumbrados a ver que nada pasa a sus políticos por delitos mucho más graves sin que nadie dimita. La misma sentencia recayó en la exmujer de Huhne, la economista Vicky Pryce, que le ayudó a mentir.Tanto Huhne como MacShane han dejado de ser miembros del Parlamento, y Huhne tuvo que dimitir del gabinete de David Cameron, el primer ministro.

En sus observaciones a la sentencia, el juez enfatizó que MacShane, como miembro del Parlamento y ministro, había cometido un abuso de confianza pública.

El problema en España es que los políticos no asumen responsabilidades y pocas investigaciones judiciales por corrupción, malversación de fondos públicos, cohecho, etc, terminan en juicio, o tardan años en ser juzgados. Fíjense en Carlos Fabra, el cacique del Partido Popular en Castellón, cuyo caso de fraude fiscal tardó 10 años (desde la primera investigación) en llegar a juicio por un sistema judicial politizado.

No sorprende que este año España haya caído diez puestos en el ranking facilitado por la organización no gubernamental Transparencia Internacional sobre la percepción de la corrupción pública, hasta ocupar la posición número 40, y es el segundo gran perdedor de puntos junto a Gambia, Malí, Guinea y Libia (desde 65 puntos a 59). Cuanto más cerca de los 100 puntos, más limpio es un país. El único país que ha perdido más puntos que los citados países es Siria, sacudido desde hace más de dos años por una cruenta guerra civil. ¡Vaya compañía!

Desde que estalló la crisis en España en 2008, la clase política no ha hecho nada para restaurar la confianza pública (tan baja) en las instituciones. El Partido Popular, desbordado por los casos de corrupción y ahora los correos de Miguel Blesa, expresidente de Cajamadrid, está más interesado en satisfacer a la Iglesia y al ala más derechista de su partido -con la eliminación de la Educación para la Ciudadanía, dar más importancia a la Religión (cuya calificación contará en las notas) y retroceder en el asunto del aborto-, que satisfacer al conjunto del electorado.

Además, la aprobación de la nueva legislación que garantiza el derecho de la ciudadanía a estar informada sobre los gastos de las administraciones públicas es inadecuada. España era el único país de la Unión Europea que no contaba con una ley que regulara dicha situación.

Y no es solamente una cuestión de cambiar leyes inadecuadas e instituciones colonizadas por políticos. La ética en la vida pública también tiene que brillar. Como dijo el Rey en su discurso de Nochebuena, “los casos de falta de ejemplaridad en la vida pública han afectado al prestigio de la política y las instituciones.”

En otros países de nuestro entorno, en particular el Reino Unido, sería impensable nombrar asesor a una persona como Rodrigo Rato de dos empresas tan importantes y conocidas como Santander y Telefónica, antes de resolver su caso. Rato está imputado por el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu dentro de la causa que investiga por la ocultación de información y otros posibles hechos fraudulentos en la fusión que dio origen a Bankia y en su salida a bolsa en verano de 2011.

A ver cuando un juez español manda un mensaje similar a la clase política como el del juez inglés.
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Enfocando conflictos al revés

Vivimos en un mundo loco donde lo que se gasta para evitar y resolver conflictos representa un porcentaje ínfimo del dinero gastado en paliar los efectos terribles de las guerras. Basta comparar el presupuesto del Grupo Internacional de Crisis (ICG por sus siglas en inglés),de 19 millones de dólares, con el reciente llamamiento de la ONU para recaudar 6.500 millones de dólares para los refugiados de Siria, la mayor cantidad jamás solicitada para una sola situación de emergencia humanitaria.

El ICG fue fundado en 1995. Sus analistas cubren unos 50 conflictos vigentes y potenciales en el mundo, desde la división de Chipre en dos partes a raíz de la invasión turca de la isla en 1974 hasta el igualmente interminable problema de la creación de un estado palestino, pasando por Afganistán y no sé cuantos otros países.

El consejo del ICG está presidido por el diplomático americano Thomas R Pickering, un antiguo vicesecretario de Estado para Asuntos Políticos y embajador en varios países, incluyendo Rusia y Israel, y Mark Malloch-Brown, antiguo vicesecretario general de la ONU. En palabras de Kofi Annan, exsecretario general de la ONU, el ICG es “una voz global de la conciencia y una fuerza genuina para la paz.”

Más de 2,3 millones de refugiados han huido de Siria hacia países vecinos desde que estalló la violencia en marzo de 2011, y se estima que otros 6,3 millones de sirios están desplazados dentro del país, aunque el número de los afectados por la guerra es aún mayor. Más de 125.000 personas han perdido la vida en el conflicto.

En los últimos meses, la ONU, la Media Luna Roja Siria y otras organizaciones humanitarias internacionales y nacionales en Siria han alimentado a 2,4 millones de personas al mes, han vacunado a más de 1 millón de niños contra el sarampión y la polio, han llevado agua potable a más de 9 millones de personas y han ofrecido materiales básicos de ayuda a casi 920.000 personas. Pero esto no es suficiente y la situación se agrava.

Con el llamamiento de la ONU, las organizaciones humanitarias pretenden aumentar sus operaciones y alimentar a 4 millones de refugiados sirios y 420.000 palestinos, inmunizar a 1,7 millones de niños, ofrecer atención sanitaria a unos 7 millones de personas y agua potable a unos 10 millones.

El llamamiento llega después de que la Unión Europea anunciara una contribución de 400 millones de dólares para la emergencia siria hasta finales de año. Esta donación es también la mayor que se ha recibido para esta emergencia.

Uno de los aspectos más tristes del conflicto en Siria -y es solo uno de muchos— es la situación de decenas de miles de niños refugiados que han abandonado su educación. El otro día vi en un programa de la BBC a un chico de 12 años que llevaba más de un año sin ir a la escuela y que aún no sabe escribir y leer. Se está creando una generación desesperada con consecuencias imprevisibles.

Gastar tan poco en intentar resolver conflictos y tanto en mitigar sus efectos, es colocar el carro delante de los bueyes. Uno se pregunta que ocurriría si el ICG recibiese 6.500 millones de dólares y la ONU 19 millones de dólares.
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La política de la memoria histórica

Casi 40 años después de la muerte del General Franco, la delicada cuestión de las víctimas del franquismo sigue viva. El mes pasado España se examinó por primera vez ante el Comité de las Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada. Tras evaluar el informe del Gobierno, el Comité lo insta a “cumplir su obligación” de buscar a los desaparecidos durante la Guerra Civil y la dictadura, y recomienda al Ejecutivo de Mariano Rajoy que asigne “los recursos de personal, técnicos y financieros suficientes”. Actualmente, en estos tiempos de austeridad, no existe ninguna partida presupuestaria para esta tarea.

Los argumentos esgrimidos por los abogados del Estado españoles sobre la imposibilidad de investigar esas desapariciones, como la muerte de los responsables, la prescripción del delito y la ley de amnistía, no han convencido al comité.

Naciones Unidas manifestó también su inquietud por el escaso alcance de la ley de memoria histórica que hace recaer en los familiares de las víctimas las tareas de localización e identificación de sus desaparecidos cuando “la búsqueda de las personas que han sido sometidas a desaparición forzada y el esclarecimiento de su suerte son obligaciones del Estado”.

Hay argumentos de todo tipo en favor y en contra de abrir esta caja de Pandora sobre el pasado. Como extranjero que cubrí la Transición española entre 1975 y 1978, y que regresó a Madrid de forma permanente en 1986 (ésta vez no como corresponsal de prensa), yo creo que la clase política hizo un trabajo necesario en el contexto del momento histórico. Sin el llamado “pacto de silencio” (la renuncia a utilizar el pasado políticamente)y la amnistía de 1977 hubiera sido muy difícil, sino imposible, conseguir el consenso requerido para la constitución de 1978.

El general Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente primero del Gobierno para Asuntos de Defensa bajo Adolfo Suárez, acertó al avisar a Felipe González, antes de ganar las elecciones en 1982, que “no sería muy sabio desenterrar la guerra civil porque junto a las cenizas quedan brasas aún vivas”.

Visto desde la perspectiva de hoy, es fácil criticar algunos aspectos de la Transición y de la política del PSOE entre 1983 y 1996, pero esto no quita méritos a lo logrado (el más largo periodo de democracia, con todos sus defectos que no son pocos).

Estos pensamientos me vienen a la mente al leer el nuevo libro de Michael Richards, After the Civil War: Making Memory and Re-making Spain since 1936 (“Después de la Guerra Civil: haciendo memoria y rehaciendo España desde 1936”) publicado hace unos meses por Cambridge University Press. Es un estudio incisivo y erudito de la interacción entre memoria e historia, que suele ser escrita por los vencedores, y muy en particular en el caso de la España de la dictadura franquista.

El propósito de Richards, profesor asociado de Historia Europea en la Universidad del Oeste de Inglaterra y autor del igualmente penetrante A Time of Silence: Civil War and the Culture of Repression in Franco’s Spain, 1936-1945 (“El tiempo de silencio: la Guerra Civil y la cultura de represión en la España de Franco”, 1936-1945), no es pedir o contribuir al cerrojazo de este episodio trágico. En cambio, según el autor, el libro “reconstruye los motivos detrás de las acciones colectivas que articulan, transmiten y sostienen los reclamos sobre la memoria en su evolución desde la Guerra Civil.”

Es un tema fascinante porque, entre otras cosas, la memoria es un componente importante de la construcción identitaria. José Luis Rodríguez Zapatero sesgó en clave partidaria, a mi modo de ver de forma irresponsable, su reevaluación de la Guerra Civil y el régimen de Franco vía la controvertida Ley de Memoria Histórica.

A la vez, el libro es una vibrante historia social, con capítulos sobre la represión feroz después de la Guerra Civil, la migración masiva dentro de España durante los años 50 y el papel de la Iglesia en reconciliar los dos bandos.

Hace unos 16 años Antonio Muñoz Molina escribió un artículo con el llamativo título “La historia y el olvido” en donde dice “la cuestión es si elegimos la molestia de indagar las cosas que sucedieron o preferimos las comodidades del mito”. El libro de Richards es un rigorosa desmitificación de una época.

Mientras tanto, propongo que en el 40 aniversario de la muerte de Franco se transforme, por fin, el Valle de los Caídos en un espacio dedicado a la memoria de todas las víctimas de la dictadura, o se cierre.
http://www.elimparcial.es/nacional/la-politica-de-la-memoria-historica-131569.html

La valentía de Albert Camus

Este mes hace cien años que nació el escritor francés Albert Camus. Como George Orwell, murió con solo 46 años. Esta coincidencia en la edad de sus muertes está lejos de ser la única similitud con el gran escritor inglés. Ambos eran antifascistas y antitotalitarios, ambos arriesgaron sus vidas en la lucha contra del fascismo (Orwell en España y Camus en la Francia ocupada por los nazis), los dos eran periodistas y ensayistas y no solo novelistas, uno y otro fueron despreciados por muchas personas de la izquierda europea y ambos denunciaron las políticas imperiales de sus países (en Argelia por Camus).

Camus, en comparación con Orwell, es mucho menos conocido hoy, en particular su postura política, aunque su novela L’Étranger sigue siendo un éxito de ventas en muchos idiomas 71 años después de su publicación. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1957.

El breve y ejemplar libro de Robert Zaretsky sobre Camus, A Life Worth Living (“Una vida que merece vivirse”), publicado hace poco por Harvard University Press, demuestra la valentía de este pied-noir (ciudadanos de origen europeo que residían en Argelia). Su madre, de origen español, era analfabeta y casi totalmente sorda. Su padre trabajaba en una finca vitivinícola, y era de origen alsaciano, como otros muchos pieds-noirs que habían huido tras la anexión de Alsacia por Alemania tras la Guerra Franco-Prusiana.

Camus se definía como alguien de “valores medios”. Tony Judt, el historiador británico cuya voz sensata se apagó en 2010 cuando murió en terribles circunstancias, llamó a Camus “el portavoz para lo obvio”. Pero lo que dijo y escribió Camus en sus artículos de periódico, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, no era obvio para muchas personas.

Camus denunció vigorosamente tanto la tortura y asesinato de prisioneros argelinos por soldados franceses durante la guerra de independencia en Argelia (1954-62), como la violencia de los militantes del Frente de Liberación Nacional que mataban y mutilaban a cualquiera. Aceptó que la violencia en el mundo que vivimos era inevitable pero no podía ser en ningún caso legitimada, y menos veinte años después de que centenares de franceses de la Resistencia fueran torturados y asesinados por los nazis y colaboradores franceses por defender su país.

Exhortó a sus colegas pieds-noirs“a reconocer lo que era justo en la causa del adversario y a reconocer lo que no era justo en sus propios métodos represivos.”

Igualmente perspicaz fue su temprana denuncia del comunismo que lo enfrentó con Jean Paul Sartre. Mucho antes que(casi) todos los intelectuales franceses de la izquierda (André Gide era una excepción notable), y en un país donde el comunismo era muy fuerte después de la Segunda Guerra Mundial, Camus comprendió “la idea del mesianismo en la base de todo fanatismo.”

Da escalofrío la postura de Maurice Merleau-Ponty quien negó la realidad brutal de la Unión Soviética. Aunque admitió que la Unión Soviética distaba mucho de ser “la luz proletaria de la Historia que Marx describió”, creía que la existencia de los campos de trabajo soviéticos no solo no desacreditaba el marxismo,sino que tampoco servía para condenar el experimento soviético. Para este filósofo fenomenológico solo la Historia “nos dará la última palabra sobre la legitimidad de una instancia particular de violencia.” Justificó la violencia del comunismo, a diferencia de la del capitalismo, porque contenía “la promesa de la negación de violencia en el futuro.”

Para Camus, igual que Orwell, el fin nunca justifica los medios. Y Camus habría estado de acuerdo con la célebre frase de Orwell, “Mirar lo que se tiene delante de los ojos requiere un constante esfuerzo”.
http://www.elimparcial.es/cultura/la-valentia-de-albert-camus-131308.html

J.S. Bach en todo su esplendor

Poco sabía John Eliot Gardiner, uno de los grandes directores de la música de Johann Sebastián Bach (1685-1750), que el genio alemán, cuyo retrato en la casa de sus padres en la Inglaterra de los años 30 del siglo pasado tanto le fascinó cuando era un niño, fuera a influir en su vida. Cada noche Eliot Gardiner subía la escalera y pasaba por debajo de la mirada de Bach antes de dormir.

El retrato realizado por Elias Gottlob Haussman en el año 1748, ahora en Princeton, Estados Unidos, es uno de los dos únicos retratos autentificados (ambos de Haussman) del compositor. Fue traído a un pueblo en el sur de Inglaterra en 1936 por Walter Jenke, un profesor de música judío, huyendo de los nazis. Veit Bach (1550-1619), el fundador del clan de los Bach, fue otro refugiado por razones de religión – en su caso desde el oeste de Europa. Jenke llegó a Inglaterra con dos cosas en su mochila, una guitarra y el retrato. Su bisabuelo lo había comprado en la década de los 30 del siglo XIX a precio de saldo. Los padres de Eliot Gardiner se comprometieron a cuidar el retrato durante la Segunda Guerra Mundial.

Eliot Gardiner es ampliamente conocido en España. Yo asistí a su interpretación de la Misa en si menor de Bach en la Semana de Música Religiosa de Cuenca en el año 2004 (donde tengo una cita anual). Ha dedicado su vida profesional a Bach y a la recuperación de obras renacentistas y barrocas interpretadas con instrumentos originales, y también a compositores como Héctor Berlioz y Robert Schumann. Fundó los English Baroque Soloists y el Monteverdi Choir, ambos, como él, referencias mundiales.

No solo ha llevado la música de Bach por el mundo. La editorial Allen Lane acaba de publicar su magistral biografía de Bach, Music in the Castle of Heaven (“Música en el castillo del cielo”), una muy original obra porque está escrita con un enfoque subjetivo y personal, y desde la perspectiva de alguien que lleva años interpretando la vasta obra: el Clave Bien Temperado Libros I y II; las Variaciones Goldberg; Suites para solo de violonchelo; Suites francesas e inglesas; la Pasión según San Mateo; la Pasión según San Juan; los Conciertos de Brandemburgo; el Oratorio de Navidad, etc. Si a alguien le interesa escuchar toda la obra rescatada de Bach, le haría falta comprar más de 170 CD.

Bach era también prolífico como padre: siete hijos con su primera mujer y trece con la segunda, Ana Magdalena, entre los cuales descollaron como compositores Wilhelm Friedemann, Carl Philipp Emanuel, Johann Christoph Friedrich y Johann Christian. Un total de sesenta y cuatro miembros de la familia Bach fueron músicos profesionales entre 1600 y 1800.

Eliot Gardiner admite en el prefacio del libro que camina sobre arenas movedizas, pero, como dice, “a fin de cuentas todas las verdades en cierto grado son subjetivas, salvo tal vez las de las matemáticas.”

Sin embargo, el libro, bello en sí mismo con unas veinte ilustraciones, la mayoría en color, e ilustraciones dentro del texto, es muchísimo más que un manual técnico. Ayuda a saber algo sobre los fundamentos de la música y a acompañar la lectura del libro escuchando la relevante música de Bach cuando Eliot Gardiner habla de ella. El libro tiene un glosario con los términos que Bach usaba.

Eliot Gardiner estudió historia, y no música, en la Universidad de Cambridge. Cuenta hábilmente el contexto histórico, cultural y hasta científico de la época de Bach, en particular la importancia de la Iglesia Luterana. Según Martín Lutero (1483-1546), “la música gobierna al mundo, endulza las costumbres, consuela al hombre en la aflicción. Es hija del cielo. Es el más bello y glorioso don de Dios”. Muchas de las cantatas de Bach empiezan con un coro introductorio, la mayoría de las veces sobre una de esas corales luteranas.

En un capitulo fascinante, Eliot Gardiner entra en la mente de Bach para describir como compuso su música. Como Dimitri Shostakovich, parece que Bach plasmó sus notas directamente en la partitura general sin pasar por borradores porque no tenía tiempo para cometer errores. En su época el papel era muy caro, no existía papel secante y cuando llegaba al final de una página plegada, en la luz candente de la inspiración, no podía continuar hasta que se secara la tinta, algo que duraba hasta cinco minutos. Su solución para no perder el hilo de su pensamiento era escribir rápidamente en la parte baja de la página una especie de aide-memoire (mostrado en una foto en el libro de un trozo de un manuscrito).

Me gustaría pensar que Bach, dondequiera que esté, forma parte de un coro angelical.

http://www.elimparcial.es/cultura/js-bach-en-todo-su-esplendor-130472.html

El conflicto con Gibraltar: ¿quién parpadea primero?

Como un grifo que se abre o se cierre caprichosamente, las colas de coches y de personas siguen formándose de vez en cuando para cruzar la frontera entre España y Gibraltar. La longitud de las colas depende de la hora y, parece, del clima de las autoridades españolas.

Los controles, supuestamente para combatir más enérgicamente el contrabando de tabaco (mucho más barato en Gibraltar), fueron impuestos en julio por el Gobierno español después del lanzamiento por Gibraltar de bloques de hormigón a sus disputadas aguas territoriales para construir un arrecife artificial y regenerar la pesca. La gran mayoría de los contrabandistas son españoles.

Cuando yo crucé la frontera en coche la semana pasada al mediodía para participar en el primer festival literario internacional en el Peñón, el clima era tan relajado en ambos lados que nadie ni siquiera me pidió mostrar mi pasaporte. Sin embargo, en la tarde de ese mismo día había una cola de personas de varias horas para cruzar la frontera. Un ciudadano irlandés estaba tan enojado que llamó a su embajador en Madrid para quejarse.

Algunos, incluyendo los más adinerados “llanitos” que viven en Sotogrande, estacionan sus coches cerca a la frontera y cruzan a pie, aunque es algo arriesgado. Dos coches con matrícula de Gibraltar han sido incendiados y otro rayado con la palabra “llanito”.

Las tiendas en Main Street (la principal calle) en Gibraltar están sufriendo un bajón en sus ventas, en particular las joyerías y tiendas de relojes caros; los restaurantes, en cambio, especialmente durante los fines de semana, están a tope debido a la caída de visitas a lugares en España para no quedarse atrapado en una cola; y ha bajado el comercio en La Línea de la Concepción, una área deprimida con un altísimo nivel de desempleo.

Los gibraltareños están muy irritados con el Gobierno español (no con los españoles), pero mantienen su sentido del humor. Un nuevo personaje ha aparecido en la vida de este extraño territorio, en manos de Gran Bretaña desde el Tratado de Utrecht en 1713 cuando fue cedido para poner fin a la Guerra de Sucesión española. Se llama “Reefy” (reef en inglés significa arrecife) y consiste en poner brazos, piernas, etc. a uno de los arrecifes de hormigón cuadrados. Figura también en camisetas y en caricaturas en la prensa local.

Los controles no solo afectan al movimiento de personas, incluyendo los varios miles de españoles que viven en La Línea y trabajan en Gibraltar. Debido a la prohibición desde agosto de la exportación de piedras y áridos a Gibraltar desde España, la semana pasada llegó el primer barco cargado con estos materiales desde Portugal. Gibraltar está construyendo dos espigones en la zona de Sandy Bay, en la cara este del peñón, como parte de un complejo residencial y para proteger esta zona de las embestidas del oleaje.

El arrecife cubre un minúsculo 0,2% de las aguas territoriales de Gibraltar que España no reconoce porque no están mencionadas en el Tratado de Utrecht. Aparentemente el arrecife afecta solamente a un barco de pesca español, llamado Divina Providencia. Se dice que el dueño de este barco ha tenido bastante éxito reclamando las compensaciones prometidas por el Gobierno español para las embarcaciones de Algeciras y La Línea que, faenando en las aguas que rodean Gibraltar, se vean implicadas en incidentes con el Gobierno del Peñón y queden impedidas para practicar correctamente la pesca.

Aunque el Tratado de Utrecht cedió únicamente las aguas del puerto, y la soberanía del Peñón (sin ceder su espacio aéreo), el Gobierno británico hace uso de las aguas colindantes como si fuesen parte de su espacio marítimo. En la primera mitad del siglo XVIII surgió el concepto de las 3 millas náuticas (5,6 km) para todo el mar territorial soberano y fue adoptado por la mayoría de los países en 1982 como base de la jurisdicción marítima, hasta que la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, que entró en vigor en 1995, estableció un nuevo límite de 12 millas náuticas (22 km). Las aguas territoriales británicas de Gibraltar actualmente se extienden hasta las 3 millas náuticas.

Nunca han sido tan tensas las relaciones entre Gibraltar y el Gobierno español desde el cierre de la frontera en 1969 por el General Franco, que duró hasta 1985 cuando fue reabierta completamente.

El medio ambiente, incluyendo la política marítima, son competencias del Gobierno de Gibraltar de acuerdo a su constitución de 2006. Si el Partido Popular, nada más ganar las elecciones, no hubiera puesto fin al Foro Tripartito de Dialogo establecido en 2005 por el Gobierno socialista – quiere un foro de cuatro bandas incluyendo los intereses locales españoles, rechazado por Londres y Gibraltar – es más que probable que Fabián Picardo, el ministro principal del Peñón, habría planteado la cuestión del arrecife en esta instancia y esta absurda crisis no se habría agravado tanto.

En abril de 2012, durante el funeral de Margaret Thatcher en Londres, Picardo se acercó al titular de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, con el propósito de buscar una fórmula para poder hablar, pero García-Margallo le dio la espalda. Más tarde, Picardo no se sintió en la obligación de avisar Madrid o Londres del arrecife.

En el fondo, lo que el PP quiere es restablecer un mecanismo como el llamado Proceso de Bruselas (1984) para negociar directamente con Londres la soberanía compartida del Peñón, sin la participación de Gibraltar. La mera idea de una soberanía compartida fue rechazada por 98,9% de los gibraltareños en un referéndum en 2002.

Los llanitos tienen la última palabra en este asunto, y en el clima actual de las relaciones una soberanía compartida sería rechazada en un 100%.

Tanto Madrid como Gibraltar han establecido líneas rojas. Picardo asegura que “el infierno se congelará antes de que el Gobierno gibraltareño retire alguno de esos bloques”, y el PP quiere la retirada de los bloques antes de sentarse a hablar.

Madrid y Londres están negociando en secreto cómo desbloquear esta situación (¿a espaldas de Gibraltar?), mientras el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas urge más cooperación entre todos los partidos afectados sobre una base ad hoc.

Mientras, rechazados tanto el foro tripartito como el de a cuatro bandas, otro de cinco bandas (incluyendo la Comisión Europea por la primera vez) está cobrando forma para reunirse en Bruselas, territorio neutral. Picardo lo ha aceptado y solo espera la luz verde de Madrid. ¿Quién parpadea primero?

http://www.elimparcial.es/nacional/el-conflicto-con-gibraltar-quien-parpadea-primero-130178.html